Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzaos oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas. Y entrará el Rey de Gloria. ¿Quién es el Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, El es el Rey de gloria. Selá. Salm. 24:-10.
Si los Salmos es la creen de la creen de la Biblia, es salmo es lo más grandioso, ya que es la entrada de nuestro Rey a su reino. El Salmo 24fue usado por David en ocasión de la entrada del arca del pacto en Jerusalén, que fue traída desde Quiriat-jearim.
Cuando los porteadores y la procesión llegaron al pie la montaña sobre la cual se encontraba Jerusalén, se canto la primera parte del salmo (1-6). La procesión se acerca alas puertas de Sión; s cuando se establece un dialogo entre la comitiva y los guardias de la puerta.
La comitiva sigue insistiendo en ese dialogo con los defensores de la puestas, se vive una gran tensión, entre los defensores de la ciudad y la comitiva.
Los defensores preguntan con existencia, “¿Quién es este Rey de gloria?”, a comitiva responde: Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.
La tensión seguía más tensa, la comitiva hace otro llamado, porque ve que las puertas no se abren. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrara el Rey de gloria.
Los defensores de la ciudad, intranquilos porque no tienen respuesta, exclaman con voz potente como avisando de un peligro eminente si no se da la contestación correcta.
Y en un instante se obtiene la respuesta: “Jehová de los ejércitos” El es el Rey de gloria. La respuesta llega clara y precisa, las puertas se abren. Cuando Cristo resucito y ascendió a los cielos, al llegar a la nueva jerusalén celestial, este mismo dialogo se entablo antes de entra Cristo a la ciudad celestial.
Ningún hombre entrará por las puestas de la nueva Jerusalén, hasta que Cristo venga como Rey de gloria a buscar a los redimidos, y llevarlos a su reino preparado desde la fundación del mundo. Nadie puede entrar por la puerta de jerusalén en forma ilegal. Ni judíos, ni árabes ni de Cristianos ni ninguna otra denominación religiosa.
No importa cuanto bien hemos echo a los demás, cuanto dinero hemos dado para ayudar a palear el hambre oh la miseria de este mundo. El pasaporte para el reino no son las buenas obras de fe. Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrara en el reino de los cielos” (Mat. 7:21).
La vestiduras de la justicia de Cristo, que es el vestido de la boda, que a la sazón es su carácter en nosotros, es nuestro pasaporte para entra por las puestas eternas. Y la única manera que yo sepa, es aceptar el sacrificio de Cristo como nuestro único salvador, que se ofreció en el Calvario. Si queremos conocer al Rey de Reyes, esta es la única vía, Espíritu Santo nos conducirá hasta las puertas eterna desde ahora. La decisión es nuestra.
Maranata
Sigan orando por la vista de mi esposa.
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica
La
Biblia a través del tiempo.
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