viernes, 26 de junio de 2015

UN SACRIFICIO VOLUNTARIO


Porque habéis sido comprados por precio; glorificad , pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1º Cor. 6:20.

¡Con qué fervor Cristo realizó la obra de nuestra salvación! Dios asigna a la raza humana un valor muy alto, según se reduce de un precio infinito que pago por la redención del hombre. 

Este hecho revela la importancia de cada ser humano. Jesús habría venido a la tierra y dando su vida hubiera sólo un pecador. (Mat. 18:12-14;MB 26)

El pecador redimido, comprado por un valor infinito, está moralmente obligado a vivir solamente para Dios, a obedecer todas sus órdenes y a “huir de toda forma de libertinaje” 3.JT.339; CS.528). 

Esto lo hace el pueblo de Dios ¡No! No lo hace es tibio y por su tibieza morirá.

Si Cristo hizo las buenas obras en el templo y en las sinagogas, en las calles en las ciudades, en los mercados ambulantes, en los montes y a la orillas del mar de Galilea, sano no solo físicamente sino mentalmente.

[Cristo] se presentó voluntariamente para sufrir el castigo del transgresor de la ley. Su amor era su única obligación, y sin una queja soportó cada tormento y recibió con regocijo cada ultraje que era parte del plan de la salvación.
La de Cristo fue una vida de servicio abnegado, y su vida es nuestro libro de texto. 

¿Nuestra vida es así? Nos quejamos de todo y por todo. Somos rápidos en ofendernos, y rápidos en atar al ofensor.
No somos humildes ni pacientes, somos impetuosos. Tenemos que continuar la obra que el comenzó en nuestra vida. 

 Al contemplar su vida de trabajo y sacrificio, ¿vacilarán los que profesan su nombre en negarse a sí mismos, tomar su cruz y seguirlo? El se humillo a sí mismo hasta lo más profundo para que tú y yo pudiéramos ser levantados a las alturas de la pureza, la santidad y la integridad.

Se hizo pobre a fin de poder llenar con la plenitud de su riquezas nuestras míseras almas. Sufrió la cruz de vergüenza para que pudiera darnos paz, descanso y gozo y hacernos participantes de las glorias de su trono. ¿Comprendemos esta verdad? Yo creo que no. Por qué si lo hubiéramos comprendido bien, Cristo ya estaría con nosotros.

Pero hace 171 o 172 años que estamos vagando por el desierto. La pregunta es: ¿No deberíamos devolverle a Dios todo lo que él ha redimido, los afectos que ha purificado y el cuerpo que ha comprado para ser guardados en santificación y santidad?
El verdadero cristiano difunde lo que lleva dentro, el amor que Dios le a entregado lo comparte, en la oficina,en el taller, y fuera del hogar. 

Debe alcanzar cada parte vital de nuestro cuerpo y difundir el amor a las almas perdidas que no tienen ese amor.
Ese amor que alcanza el ser entero. Alcanza cada parte vital - el intelecto, el corazón, las manos ayudadoras, los pies que agiliza el pasa para llevar las nueva del evangelio. 

Debemos de revelar la semejanza de nuestro divino Señor. Podemos conocer la ciencia de la vida espiritual . Podemos glorificar a Dios en nuestros cuerpos y en nuestro espíritu, los cuales son de él. (basado en la Revista and Heral de 1912).
Maranata
Sigan orando por la vista de mi esposa.
Luis José de Madariaga.
http:// segunda venida apocalíptica
La Biblia a través del tiempo.

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