Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Mat. 3:17.
Después de que Cristo fue bautizado por Juan en el Jordan, salio del agua e inclinándose en la orilla del río ro con fervor a su Padre celestial pidiendo fuerza para soportar el conflicto que estaba por emprender con el príncipe de las tinieblas.
El cielo se abrió a su oración, y a la luz de la gloria de Dios, más brillante que el sol al mediodía, vino del trono del Eterno, y tomando la forma de una paloma con la apariencia del oro bruñido, circundó al Hijo, mientras se oía la clara voz. . . que decía: “Este es mi Hijo, en quien tengo complacencia “.
Allí estaba la seguridad para el Hijo de Dios de que su Padre había aceptado a la raza humana caída en la persona de Cristo su representante y de que les concedía una segunda oportunidad. Se reanudaba la comunicación entre el cielo y la tierra, entre Dios y el hombre, que se había quebrantado con la caída de Adan.
Solo se tiene una oportunidad en la vida, el hombre a tenido dos. Estamos viviendo ahora en el gran día de la expiación.
Cuando el servicio simbólico el sumo sacerdote hacía la propiciación por Israel,todos debían afligir sus almas arrepintiéndose de sus pecados y humillándose ante el Señor, si no querían verse separados del pueblo.
De la misma, todos los que desean que sus nombres sean conservados n el libro de la vida, deben ahora, en los pocos días que les quedan de este tiempo de gracia, afligir sus almas ante Dios con verdad.
Pero pocos tienen un verdadero sentido de los grandes privilegios que Cristo ganó para el hombre abriéndole así el cielo. Los hijos de Dios, tenemos que escudriñar hondamente y sinceramente el corazón.
Hay que deponer el espíritu liviano y frívolo al que se entregan tantos cristianos de profesión. Cristo empezó con una oración su ministerio y concluyo con una oración su ministerio. Su ejemplo debería sernos un hito en nuestro caminar.
La obra de la preparación es obra individual. No somos salvados en grupos. La pureza y la devoción de uno no suplirá la falta de esta cualidad de otro.
La intercesión de Cristo en nuestro favor fue oída, el hombre y las mujeres tienen la evidencia de que Dios aceptará nuestras oraciones hechas a nuestro favor mediante el nombre de nuestro salvador Jesús. (C.S. P. 544; T. S C. p. 7-10)
Maranata
Sigan
orando por la vista de mi esposa.
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica
La
Biblia a través del tiempo.
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