“
Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde” Hechos 4:1-3.Había pasado unas pocas semanas desde la crucifixión. Durante ese tiempo, los dirigentes judíos para tomar medidas contra los discípulos.
La nueva religión estaba destruyendo los principios fundamentales de la doctrina farisaica de los saduceos.
A lo largo de la vida de un cristiano sincero y temeroso de Dios, el ejemplo no tiene cabida para aquellos que no hacen la obra de Dios.
Es como un ruido en el tímpano del oido, cuando uno no quiere escucha lo que Dios dice. A Pedro le paso lo mismo, predico en el templo lo que había recibido de Cristo.
No importa el lugar, ni el tiempo, lo importante es dar el mensaje del Señor.
Aveces el cristiano se ve en situaciones comprometidas, pero es necesario hablar de lo que Dios te a enseñado a los hombre. Pedro y Juan dieron testimonio de su lealtad a Dios.
Pedro recordó las palabras del Señor Jesús: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre y yo le amare, y me manifestaré a él”.
Si todos los hijos de Dios, manifestara la lealtad a Dios, y testificando de que Cristo esta a las puestas, estoy seguro que Cristo había venido ya.
“No todos los que me dice Señor Señor entrara en los cielos, sino aquellos que hacen mi voluntad. ¿Cuantas veces te a salvado el ángel de Jehová? A Pedro y a Juan muchas veces, y a cada uno de nosotros.
El texto que dice: Él ángel de Jehová acampa al rededor de los que le temen, y los defiende.
En otras palabras dichoso son los que se refugian en él. No tendrá temor de nada.
Los ojos del Señor está sobre los justos, y sus oídos, atentos a su clamores. Pedro y Juan fueron librados de la cárcel, de una cárcel físicas.
Pero cada uno de nosotros, somos librados de la cárcel del pecado. Si el Espíritu Santo, poco a poco nos usara como instrumentos en sus manos.
Y los indoctos como los sabios, testificaremos en las cárceles, en los hospitales y en la calle. Cristo nos cubrirá con su manto de justicia para dar el último mensaje
MARANATA.
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