PROMESA DE LEALTAD.

“Porque yo sé que mandara a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él” Gén. 18:19.

Si los padres cumplen las condiciones bajo las cuales Dios a prometido ser su fortaleza, no dejarán de recibir las bendiciones divinas en sus hogares. 

Esta bendiciones son para aquellos que obedecen a Dios, no importa la condición social o religiosa, siempre cuando obedezcan los mandamientos de Dios. 

Cada ser humano será juzgado según su conciencia y sus hechos ante la ley de Dios. Creo en mi humilde opinión, que hay esperanza para cada creyente, no importa cual sea su condición religiosa. 

Todos seremos juzgados bajo la ley de la libertad. Cuando confiamos en Dios, no deberíamos traicionarlo. La lealtad a Dios debería ser como la de Abraham. 

Dios hace un gran elogio a Abraham por su lealtad. Tenemos un ejemplo en Cristo, él fue leal a Dios, dio todo lo que tenía que fue su vida por el hombre. 

La pregunta claves es: ¿Que damos tú y yo a Dios? ¿Cual es nuestra lealtad y hasta donde puede llegar? Dios confió en Abraham porque el “mandaría” a su familia a ser fiel a Dios. 

¿Haríamos nosotros lo mismo? Muchos dirán que estamos en otra época, pero para Dios no hay tiempo ni espacio. La lealtad a nuestro Dios es incuestionable. 

Cristo por eso vino a morir por una raza caída, para que sus hijos fueran fieles a Dios, y diesen testimonio al mundo de su lealtad a Dios. 

¿Acaso no hay razones por las que el Espíritu de Dios no trabaje con su pueblo? 

En muchos hogares se enseña muy poco por la instrucción o el ejemplo. 

Creo que la verdad se mantiene en el atrio exterior. La comunión con Dios se suprime para complacer las relaciones mundanales de una ciudad corrompida. 

La relación estaba en el hogar de Abraham, Dios era puesto en primer lugar, en el centro de la cábala. 

Abraham se reunía con sus hijos para adorar a Dios, y esta era la fuerza del hogar. 

No debe esperarse que la influencia de maestros piadosos tome el lugar de la educación del hogar. 

Cristo tiene que ser el centro de nuestro hogar hasta que él regrese. Como lo fue el de Abraham.

MARANATA.

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