martes, 20 de marzo de 2012

CRISTO MAGNIFICÓ LA LEY.

Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla. Isa. 42: 21.

La ley del gobierno de Dios había de ser magnificada por la muerte del unigénito Hijo de Dios. Cristo llevó la culpa de los pecados del mundo. Nuestra suficiencia se encuentra únicamente en la encarnación y la muerte del Hijo de Dios. (Foto. Cristo ante el Sanedrín).

Pudo sufrir, porque estaba sostenido por la Divinidad. Pudo vencer, porque no tenía la menor mancha de deslealtad o pecado. Cristo triunfó en lugar del hombre al soportar de este modo la justicia del castigo. Aseguró vida eterna para el hombre, al mismo tiempo que exaltó la ley de Dios y la honró.-YI 4-8-1898.

Cada alma está bajo la obligación de seguir las pisadas de Cristo, el gran Ejemplo de la familia humana. Dijo: "He guardado los mandamientos de mi Padre". (foto. La ley no fue clavada en la cruz. No hay un solo testo Bíblico en que diga que Cristo cambio el sábado por el domingo, la ley es inmutable como Dios mismo).

Los fariseos pensaban que había venido a debilitar los requerimientos de la ley de Dios, pero su voz resonó en sus oídos diciendo:

"No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino a cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas".

Cristo vino a magnificar la ley y a honrarla; vino a exaltar los antiguos mandamientos que tenemos desde el principio.

Por eso necesitamos la ley y los profetas. Necesitamos el Antiguo Testamento para que nos lleve al Nuevo, que no toma el lugar del Antiguo, sino que nos revela en forma más clara el plan de salvación, dando significado a todo el sistema de sacrificios y ofrendas, y a la palabra que tenemos desde el principio.-YI 8-11-1894. 51
(foto. Cristo guardaba el sábado que es parte de la ley, y lo hacia sanando a los enfermos). Muchas religiones se an estancado en el siglo XVI, y no an estudiado diligentemente la palabra de Dios).
G. W.

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