jueves, 29 de diciembre de 2011

PERSONAJES HISTÓRICOS PRESENTE EN EL JUICIO.

Por mí mismo hice juramento. . . que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. (Isa. 45: 23). (Cristo Rey).

Entre la multitud de los rescatados están los apóstoles de Cristo: el heroico Pablo, el ardiente Pedro, el amado y amoroso Juan y sus hermanos de corazón leal, y con ellos la inmensa hueste de los mártires; mientras que fuera de los muros, con todo lo que es vil y abominable, se encuentran aquellos que los persiguieron, encarcelaron y mataron. (foto Los apóstoles en el día del juicio).

Allí está Nerón, monstruo de crueldad y de vicios, y puede ver la alegría y el triunfo de aquellos a quienes torturó, y cuya dolorosa angustia le proporcionará deleite satánico. (foto. Nerón el cruel).

Su madre está allí para ser testigo de los resultados de su propia obra; para ver cómo los malos rasgos de carácter transmitidos a su hijo y las pasiones fomentadas y desarrolladas por la influencia y el ejemplo de ella, produjeron crímenes que horrorizaron al mundo.

Allí [está] el soberbio y ambicioso Napoleón cuya presencia [hizo] temblar reinos. (foto su madre la que le pervirtió con su mal ejemplo).

Allí hay sacerdotes y prelados católicos, que dijeron ser los embajadores de Cristo y que no obstante emplearon instrumentos de suplicio, calabozos y hogueras para dominar las conciencias de su pueblo. Allí están los orgullosos pontífices que se ensalzaron por encima de Dios y que pretendieron alterar la ley del Altísimo.

Aquellos así llamados padres de la iglesia tienen que redimir a Dios una cuenta de la que bien quisieran librarse. Demasiado tarde ven que el Omnisciente es celoso de su ley y que no tendrá por inocente al culpable de violarla.

Comprenden entonces que Cristo identifica sus intereses con los de su pueblo perseguido, y sienten la fuerza de sus propias palabras: "En cuanto lo hicisteis a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí lo hicisteis" (Mat. 25: 40, VM). (foto. El prelado de la Iglesia estar en el juicio).

Todos los impíos del mundo están de pie ante el tribunal de Dios, acusados de alta traición contra el gobierno del cielo. No hay quien sostenga ni defienda la causa de ellos; no tienen disculpa; y se pronuncia contra ellos la sentencia de la muerte eterna. (foto. Napoleón y su gran avaricia que llevo a miles a la muerte).
G.W.

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