Desde la fundación del mundo, Dios ha dirigido a su pueblo, esto lo vemos a través de la Palabra de Dios. Jacob se encuentra en una situación insegura, no sabe por dónde ir, para escapar de las tribus cananeas después de la matanza en Siquem.
El anciano Jacob reflexiono en cuanto al terrible hecho y sus posibles consecuencias sin saber que hacer o dónde ir.En la vida del cristiano nos encontramos en este mismo caso, no sabemos que hacer ni a donde ir.
Nuestra mente está tan perturbada, que la incapacidad para reaccionar es nula. ¡Os a pasado esto en algún momento de vuestra vida! Yo creo que si, y que nos a pasado a todos en momentos muy difíciles de nuestra vida.
Jacob metido en sus pensamientos, reconoció la bondad de Dios y como le libró de la ira de Labán y de su hermano Esaú. Cuanta gracias debemos de dar a Dios, por cuidarnos de hombres airados, que querían hacernos daño.
Si Jacob fue humillado, y su familia se humilló y se despojó de sus adornos, tanto interiores como exteriores. Cuando nos dirigimos a Dios con humildad, debemos despojarnos de todo aquello que nos impida acercarnos a Él.
No es Dios que ciega los ojos de los hombres y endurece sus corazones. El les manda luz para corregir su errores, y conducirlos por sendas seguras; es por el rechazamiento de esta luz como los ojos se ciegan y el corazón se endurece. La orden de Jacob a sus mujeres de que se limpiarán y se pusiese ropas limpias.
No se debe entrar en el servicio del Señor sin la debida preparación (Luc.14:28).
Jacob sospechaba que los ídolos de su suegro estaban en el campamento, y es por eso que Jacob hizo expiación por los pecados de su pueblo y por si mismo.
Esto nos debería hacernos reflexionar, cuando nos dirigimos a nuestro Dios.
El estudio de su palabra y la oración, es el camino que cada cristiano a de seguir en su vida. Pero cuando un rayo de luz es despreciado, se produce un embotamiento parcial de la percepciones espirituales, y se discierne menos claramente de la revelación de la luz.
Y el alma cae en tinieblas. Esto le paso a Labán y a Esaú. El poder divino acompañó a Jacob, y por ende nos acompaña a nosotros si somos sumisos a su palabra.
MARANATA.
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