Mahanaim, significa “doble campamento”, o “doble hueste”, esto se refiere a dos grupos de ángeles, uno que avanzaba delante de él y otro lo seguía.
En los salmos se menciona el cuidado que Dios tiene por su pueblo. El salmista dice: “En Dios he confiado. ¿Qué puede hacerme el hombre?” (Sal.56:11).
Jacob confiaba en Dios. El cristiano a lo largo de su vida debe de confiar en el Dios que le llamó a servirle, no importa si el camino es escabroso, peligroso y pantanoso.
“No temerás al terror nocturno ni a la saeta que vuele de día” (Sal.91:5) Jacob tenía la confianza en Dios, y es esa confianza en Dios hace que echemos fuera el temor.
Jacob pensaba en la escalera que vio en Bet-el cuando huía de Canaán. Los ángeles que ascendía y descendía, representaba la protección divina y la ayuda que iba a ser suya durante el viaje y su estada en tierra extranjeras.
Dios por medio de sus ángeles le aseguraba que en su viaje sería protegido. A lo largo de la historia del pueblo de Dios, siempre ha sido protegido, a través del ministerio de los ángeles.
Durante 1990, el pueblo a sufrido ataque, vituperios, persecución, y muchos cayeron ante sus perseguidores; pero la iglesia sigue estando protegida por Dios.
Jacob tenía que nacer de nuevo, y el temor de su hermano Esaú era constante. El Espíritu Santo estaba obrando en Esaú, y por ende en Jacob.
Creo que el secreto de vivir un día a la vez está puesta en la confianza que pongamos en Dios. “Confiar en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconocerlo en todos tus caminos y él hará derecha tu vereda (Prov. 3:5-6). Creo que este era el consejo de los ángeles a Jacob, y es el mismo que Dios nos da a cada cristiano.
La humildad de Jacob con respecto a su hermano, es un ejemplo para los hijos de Dios. Jacob necesitaba la paz en su corazón, al igual que la necesitamos nosotros.
Pero esa paz reside en la confianza que tengamos en Dios.
Tal vez la paz que más necesitamos es la paz del hogar.
Sus mujeres rivalizaban entre ella para tener más influencia en el hogar.
Pero a Jacob lo que más le importaba era tener una evidencia del perdón de Dios, y la promesa hechas a su padre.
La verdadera paz crece dentro de nuestro corazón como fruto del Espíritu Santo, y para jacob está a las puertas. El Jacob espiritual, tiene la promesa de ser protegido durante la travesía hacía la Canaán celestial.
MARANATA.
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