viernes, 11 de febrero de 2022

LUCHANDO CON DIOS.

Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.. . Y el varón le dijo: No será más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Génesis 32:24-28.

Jacob era un hombre de oración después de la visión de la escalera. Siempre contaba con la aprobación de Dios. No hace falta de ponerse de rodillas para comunicarse con Dios. 

Cuando vamos caminando por la ciudad, podemos estar en comunión con Dios.

Cuando se cuida el ganado, tienen mucho tiempo en hablar con Dios, estoy seguro que Jacob lo hacía muy a menudo. 

Orando diariamente a Dios, recibirán de él sabiduría y gracia para soportar el conflicto y las severas realidades de la vida y salir victoriosos. 

Solo se puede conservar la fidelidad y la serenidad de la mente mediante la vigilancia y la oración. (M.J..p.78). Hay zonas del desierto donde la oscuridad te embarga un profundo respeto, Jacob estaba solo y a oscura en mitad de la nada. 

Luchó contra un hombre, bien el sabía que había nómadas buscando su oportunidad para robar. 

La lucha fue dura pues temía por su vida. Pero al aproximarse el alba (salida del sol) un simple golpe dejó inválido a Jacob, y el se dio que su adversario era más que un hombre. 

Esto nos demuestra que no se gana la victoria sin mucha oración ferviente, sin humillarse el yo a cada paso. 

Nuestra voluntad no ha de verse forzada a cooperar con los agentes divinos; debe someterse de buen grado.(D.M.J. p.120) El ángel quiso retirarse antes que le vieran. 

La insistencia de Jacob tuvo sus frutos. Jacob velo, obro, y oro, como si ese fuese su último día que se le concedió. Si hiciésemos esto en cada hogar,

¡Qué intenso fervor habría entonces en nuestra vida! ¡Cuán estrechamente seguiríamos a Jesús en toda nuestra palabras y acciones! 

Jacob no podía permitir que se fuera sin primero recibir la seguridad del perdón y la protección que anhelaba. ¿Cuánto tenemos que aprender de esta lección? 

“Yo, soy uno de ellos” Jacob tuvo un gran cambio espiritual en su vida, ya no era el de antes, el viejo hombre había desaparecido. Dios le dió un nuevo nombre Israel. 

Para él fue el cambio de su carácter, fue mucho más significativo. 

Representó una transformación por fe, en aquel que había de venir como vencedor de este mundo. 

Cada hijo de Dios, tiene un nombre escrito en los libros de Dios, y una piedra blanca con nuestro nombre. 

La clave está en la unión que tengamos con nuestro Dios por medio de la oración. 

Como a Jacob, dependemos de la oración. Debemos aprender ahora a conocer a Dios, poniendo a prueba sus promesas.

MARANATA.

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