¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta cosa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos? Hageo 2:3
La naturaleza del ser humano es hacer comparaciones de las cosas de este mundo, y si bien fuera posible hacer comparaciones con el reino celestial y la tierra.
Todos hacemos comparaciones, de las cosas de este mundo. Hacemos comparaciones entre los mismos miembros de iglesia.
En el antiguo Israel la crítica era un gran problema, sobre todo cuando se hablaba del templo de Dios.
El segundo tiempo era mucho menor en grandeza y en esplendor que el primero. La pregunta es obvia.
¿Quién ha quedado? Zorobabel había edificado un templo menor que el había existido antes.
Y “las comparaciones son odiosas” Recuerdo de haber visto, iglesias muy pequeñas, incluso iglesias en la casa de algún hermano.
También he visto una iglesia como una catedral en París. No importa como sea la iglesia, pequeña o grande. Los apóstoles se reunían en las casas, unas humildes y otras de algún rico.
Pero en todas ellas estaba la presencia de Dios. Josefo en Historia de Israel, nos afirma que el segundo templo tenía la mitad de altura del templo de Salomón.
La diferencia no era el templo, sino su esplendor de apariencia y los ricos adornos de oro y piedras preciosas.
La iglesia no es importante, lo importante son sus miembros, su espiritualidad con su Creador, eso es lo más importante.
Recuerdo de ver iglesias en plena selva, y he visto iglesias de adobe en las montañas de Sur America. El edificio no es lo más importante.
El hombre da importancia al templo, pero el templo que Dios ama, es el templo de nuestro corazón. Esta es la cuestión. Damos mucha importancia a las cosas materiales, y las espirituales la dejamos un poco de lado.
El pacto que Dios ha hecho con su pueblo está en el corazón, nuestra mente, no en un edificio. ( Foto de WIKipendia)Los hombres de nuestro texto estaban equivocados al comparar desfavorablemente el templo de de Zorobabel con el templo de Salomón. Ignoraban el propósito de Dios.
“Y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. . .
La gloria postrera de esta casa serás mayor que la primera” (ver. 7, 9). Esta profecía se cumplió cuando Jesús la glorifico con su presencia.
Esto muestra el peligro de realizar ciertas comparaciones. El derramamiento del Espíritu Santo en pentecostés, magnífico el templo del corazón.
Vino la Edad Oscura, y otra vez el Espíritu Santo dio esplendor al templo del corazón en 1844, y la luz de Dios alumbró los corazones de los hombres.
MARANATA.
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