martes, 15 de febrero de 2022

DOBLE GRACIA.

Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble. Zacarías 9:12.

Siempre sacamos de la Biblia ejemplos para nuestra vida, No importa en que época ocurrió, ni cuando ocurrió, lo importante es el mensaje que nos quiere transmitir Dios. 

Zacarías fue llamado por Dios en tiempos muy difíciles para el pueblo de Dios. Las profecías de Zacarías “llegaron en tiempos de gran incertidumbre y ansiedad” 

“El permiso de reedificar el templo estaba apunto de terminar” Pero los mensajes de Zacarías era de esperanza, se trataba de la obra de Dios. 

Zacarías ve más allá de su tiempo, ve el futuro glorioso de Israel, pero todo era condicionales (Zac. 6:15). Vez tras vez, Dios avisa a su pueblo que levante el muro y reparen las puertas. 

Un pueblo apático, no sirve para nada. La esperanza es algo maravilloso cuando creemos en ella. 

A través de los siglos Dios dio esperanza a su pueblo, lo animó a perseverar y a no desmayar. 

Creo que el programa de Dios está paralizado. Recuerdo la última vez que salí un hermano a predicar el evangelio, de eso hace muchos años. 

Hoy veo la misma apatía que en tiempos de Zacarías. Hay que restaurar las murallas, las puertas, y veo una apatía como en la antigüedad. 

Estamos siendo observados por el Dios del universo, y Él nos anima a través de sus profetas a reparar los portillo que fueron destruidos en el año 538. 

“Volveos ami” La exhortación divina para su pueblo es clara, los que estáis esparcidos por el mundo. Dios nos asegura que la esperanza de la liberación está cada día más cerca de lo que creímos. 

Pero cada uno de los hijos de Dios, debe de aportar su granito de arena. Las murallas no se reparan solas, necesitan la mano de obra del pueblo. 

Si todos ponemos nuestro grano de arena, el muro será edificado y por ende también las puertas. 

No nos sintamos prisioneros de las circunstancias, Dios nos ha dado la libertad si obedecemos su ley. 

Muchos del tiempo de Zacarías había olvidado la ley de Dios. El Señor les da la esperanza de una nueva tierra y un templo en el cual no hay contaminación. 

Dios nos asegura que hay esperanza de liberación y que su voz será escuchada. Cada día vemos la puesta del sol. Más allá del poniente está la gran ciudad de Dios, la gran Jerusalén. 

Nuestro hogar. Y en aquel hogar vive el que murió por mi, él que quiere que usted y yo, vivamos para verlo. ¿Repararemos los muros y las puertas? Cristo nos invita a trabajar para Él.

MARANATA.

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