En tiempos de Pablo, eran tiempos
peligrosos dentro de la comunidad Judía. Pablo era considerado como
apóstata. Había sido despreciado y perseguido entre los gentiles,
expulsado de una ciudad a otra ciudad y considerado “la escoria del
mundo y el desecho de todos” (1º Cor. 4:13).
Comprendía
claramente que la predicación de la cruz era “locura” para los
griegos y “tropezadero” para los judíos (1º Cor. 1:23). Pero el
Espíritu Santo daba testimonio de lo que Pablo decía era la verdad
presente para ese tiempo.
Pablo estaba convencido de la verdad del
Evangelio y él mismo había experimentado tan plenamente el poder y
su bendición, que se gloriaba del evangelio porque era el poder de
Dios, y la salvación del mundo.
Hoy la iglesia de laodicea tiene el
mismo propósito que Pablo, pero la pregunta salta a la palestra, la
gran mayoría de los laodicenses no tienen la convención de Pablo.
Pues si la tuviesen el evangelio ya hubiera sido proclamado al
mundo.
La gran tibieza y las mundanalidad a entrado en la iglesia, y
debe tener un cambio radical desde sus cimientos hasta el más
pequeño de su miembro.
Muchas veces los cristianos anhelamos un poder en nuestro diario vivir que sea tan tangible, tan muscular y tan disponible como un motor V-8.
Muchas veces los cristianos anhelamos un poder en nuestro diario vivir que sea tan tangible, tan muscular y tan disponible como un motor V-8.
Pablo tenía ese poder del
Espíritu Santo porque estaba convencido y convertido. Comprendía
claramente la necesidad de dar el mensaje de la salvación para su
mundo actual.Para los cristianos de hoy día el evangelio es poder de
Dios si ellos están convencido y convertidos.
El Evangelio es la
forma como Dios ejerce su poder para salvación de los hombres.Y
nosotros somos sus instrumentos.
Dondequiera que el Evangelio
encuentra corazones creyentes, es un poder divino por medio del cual
desaparecen todos los obstáculos para la redención del hombre.
Pero la salvación en todos los niveles, no es un producto del poder
físico. No es un empujón santificado hacia la justicia. No nos
“obliga” a hacer lo que no queremos hacer, o no tener deseos de
algo que no hemos decidido conscientemente gustar o de lo cual
nutrimos.
trabaja por medio del poder de la verdad que apela al
intelecto y a la lealtad.
Nosotros estamos del lado de Cristo porque hemos visto su belleza y lo hemos elegido por Señor.
Nosotros estamos del lado de Cristo porque hemos visto su belleza y lo hemos elegido por Señor.
Abrazamos su
estilo de vida porque lo hemos encontrado muy atractivo. Amamos la
Palabra porque ella apela a lo más elevado de nuestro ser.
Abrimos
nuestros corazones al Espíritu Santo porque, como un caballero, El
respeta nuestra libertad. Seamos como Pablo, hablando a tiempo y a
destiempo.
MARANATA.
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