Lo hizo para que
nosotros podamos cumplir lo que la ley ordena, pues ya no vivimos
conforme a la naturaleza del hombre pecador sino conforme al
Espíritu. Roma. 8: 4 (la Biblia Dios habla hoy).
La experiencia de Job con Labán no es muy
agradable, a cualquier joven no le agradaría estar en esa situación.
Jacob tenía una relación con Raque muy especial.
Yo me sentiría
muy mal con cualquier imagen de Dios que sugiera que El se satisface
con una relación diferente de la original. Nuestro Padre nos creó,
a cada uno, para una relación única y personal con El.
El propósito
del plan de la salvación es poner la vida del hombre en armonía con
la voluntad divina. El propósito central de nuestra creación sólo
puede ser cumplido cuando cuando entramos en una relación intima con
nuestro Padre.
Jesús vino para restablecer esa armonía entre el
padre y sus hijos. A través de esa armonía establecer la ley en el
corazón del hombre, que se había roto en el Edén.
La biblia nos
habla de la transformación entera, cuando obedecemos la ley. Ya que
Dios requiere perfecta obediencia de sus hijos.
Así la relación
entre El Padre y sus hijos sería coherente ante los ojos del
universo.
Deve ser una unión constante a través del Espíritu
Santo, ya que sin El, no podemos hacer nada. Es como el pámpano con
la vid, es la única condición apropiada del hombre. Si queremos
estar unidos a la vid.
No puede haber sustituto para ella, porque se
refiere a los corazones de Dios y del hombre, no a un código legal.
La conducta del hijo de Dios debe ser regida de acuerdo a los
dictados y a la conducción del Espíritu, el Espíritu de Cristo que
mora en el interior del hombre renovado (ver.9).
En ello se está
cumpliendo el justo requerimiento de la ley. Lo que la ley pide se
resume en amor cristiano, pues “el cumplimiento de la ley es el
amor” (Rom. 13:10). El resultado del Espíritu Santo en la vida es
también amor, pues “el fruto del Espíritu es amor” (Gal.5:22).
Por lo tanto, la vida conforme al Espíritu significa una vida en la
cual se cumplen la justa demanda de la ley: una vida de amor y de
amante obediencia. El gran propósito por el cual Dios envió a su
Hijo al mundo, fue que una vida como ésta pudiera estar al alcance
de los creyentes.
Mediante la gran obra del Espíritu Santo en
nuestras vida. Pero para que El entre, debemos de alejarnos de toda
mala influencia.
Hacer una entrega total y sin reserva, para que el
Espíritu Santo haga ese cambio en nuestras vidas.
Dios no me
coacciona mi conciencia, me deja libre, ese es mi Gran Dios. Yo
escogí para servirle voluntariamente.
La decisión es tuya, ¿que
aras tu? Ha dos señores en este vasto universo, debemos de elegir a
quien servir, bien para muerte eterna o para vida eterna.
MARANATA.
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SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS.
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*SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS*
*CONTINUACIÓN DE LA SECCIÓN CCXIII (213)*
*Daniel 8:14. /C*
*Unas de los aspecto de debe de dejar clar...
Hace 21 horas
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