lunes, 16 de julio de 2018

EL LEGALISMO DE LA RELIGIÓN.

Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Hech. 15:8-9.
La palabra “legalismo” no se encuentra en la Biblia. Es un término que usan los cristianos evangélicos para describir una posición doctrinal enfatizando un sistema de reglas y reglamentos, para alcanzar tanto la salvación como el crecimiento espiritual. 

No son legalistas solo aquellos que pretenden la salvación al obedecer la ley. También son legalistas aquellos que quieren salvarse sin tener que obedecer la ley.

Pues legalismo es querer salvarme por mi propia cuenta, a mi manera, sin Jesús y en ambos casos, el que guarda la ley como el que deja de guardarla están pretendiendo la salvación por méritos propios, sin Jesús, y ambos son legalistas. 

En la época de Pablo no existía tal problema, ya que era el Espíritu Santo que dirigía a los hombre, desde la conversión de Cornelio. 

Dios había dado a los nuevos conversos gentiles, sin que fuera incircuncisos en el mismo nivel que los circuncisos, la iglesia sólo podía proceder de la misma forma. 

Dios había dado a los nuevos conversos gentiles, sin que fuera circuncidados, el mismo derramamiento del Espíritu Santo, como lo había hecho la primera vez en pentecostes. Sin hacer distinción entre judíos y gentiles. 

El Espíritu Santo guió a la iglesia primitiva para tratar con su iglesia en una forma especial. El Espíritu Santo dio una respuesta para los legalistas farisaicos, y su disentimiento podría haber sido sofocado sin discusión. 

Pero el Señor guió a los dirigentes de la iglesia para que convocara un concilio. Pedro, Pablo, y Bernabé testificaron sobre el poder extraordinario del Espíritu Santo entre los gentiles. Los cristianos gentiles habían recibido el testimonio del Espíritu Santo así como los judíos cristianos. (Rom. 8:16; Hech.15:12). 

Dios conoce nuestro corazón. Muchos hablan sin conocimiento de causa, cuando ven que el Espíritu Santo es derramado con aquellos que comen queso, carne, y no se dan cuenta que es Dios que mira el corazón de las personas. 

La critica es un cáncer que corroe el cuerpo del criticón. Dios es el que purifica los corazones de las personas a través del Espíritu Santo. 
Pedro comprendió que no podemos considerar inmundo a lo que Dios ha purificado (Hech 10:28). 

La verdadera pureza depende de lo que hay dentro del corazón y no de lo exterior (Tito 1:15; Mat.23:25-28). Cuantas gracias tenemos que dar a Dios por habernos escogido para su reino, es por eso que no tenemos que juzgar a nadie, pues el juicio es sólo de Dios.
MARANATA.
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