TENED PRESENTE VUESTRA ELEVADA VOCACIÓN.

Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. 2º Pedro. 1:12.

No importa cuan lejos podamos haber estado viajando en el camino de la vida eterna, necesitamos a menudo detallar las mercedes de nuestro Padre celestial hacia nosotros, y acumular esperanza y valor de las promesas de su Padre. . . 

Pedro reconoció el valor de la constante vigilancia en la vida cristiana y se sintió impelido por el Espíritu Santo a instar a los creyentes sobre la importancia de ejecutar gran cuidado en la vida diaria. . .

“Recordarnos siempre”, 

¡Oh, si tan sólo mantuviéramos en nuestros pensamientos las cosas que atañe a nuestro bienestar eterno, no nos ocuparíamos de ninguna tribal o vana conversación! 

Nuestra obra principal de toda vida esta delante de nosotros. Nos corresponde ser cuidadosos de asegurar nuestra vocación y nuestra elección, al tener en cuenta el plan de conocimiento contenido en la santa Palabra de Dios. . . 

Hay muchas cosas erróneas que permitimos que pasen inadvertidas cuando con nuestra piadosa conversación podríamos establecer un ejemplo de bien hacer, que podría ser un constante reproche para los perversos. 

No podemos permitir que nuestro ejemplo perezca que sanciona la maldad. Hay un cielo que ganar y un infierno que evitar. 

En la iglesia con muchos miembros. . . existe el peligro de rebajar las normas, y de hacer grupos de ricos y pobres. Cuando muchos se congregan justos, algunos están más expuestos a volverse descuidados e indiferentes que si ellos estuvieran aislados y tuvieran que permanecer solos. 

Pero aun bajo circunstancias adversas, podemos ser vigilantes en las oración y establecer un ejemplo de una piadosa conversación, que será un poderoso testimonio de justicia. 

 El Señor desea que seamos fervorosos. No podemos permitirnos el hablar palabras que puedan desanimar a nuestros semejantes. . . Cristo ha dado su vida para que podamos vivir con él en su gloria (Manuscrito 23, 1910).
Maranata.
Luis José de Madariaga.
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