Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame. Mat. 16:24
El sermón más difícil del
predicar y más duro de practicar es la abnegación. El pecador
codicioso, egoísta cierra las puertas al bien que puede ser
realizado pero que no se hace a causa de los chelines y libras*,
invertidos en propósitos egoístas.
Quizá no tengamos jamás la oportunidad de realizar grandes cosas; tal vez nunca se nos pida realizar un sacrificio sublime. Pero la más grande victoria que podamos ganar es la de seguir a Jesús. . . Cada día que Cristo vivió en nuestro mundo fue para él un día de abnegación.
Para poder seguirlo en el áspero sendero de la abnegación propia debemos comenzar a renunciar al yo en los primeros años de nuestra vida, y esta abnegación debe ser llevada dentro de los sucesos y acciones de cada día de nuestra vida. . .
La sagacidad del mundo estriba en adquirir fortuna y ganancias en cualquier forma que pueda ser obtenidas.
Una acumulación de este tesoro del mundo es la ambición de las personas mundanas. La aspiración y el objetivo de los seguidores de nuestro Señor Jesucristo es llegar a ser cristianos por medio de la abnegación. Y el sacrificio propio. [
No desear los primeros puestos en la iglesia, como si fuera vitalicios. Eso no es abnegación, es vanidad]. Ellos mantienen sus ojos en las riquezas eternas que pueden obtener por el renunciamiento de tesoros terrenales a cambio de tesoros celestiales.
He aquí las condiciones: El que quiera ser mis discípulo, que lo abandone todo y que me siga.
Manteniendo a Cristo en vista, seguir por donde el marque el camino. . . . “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hech.20:35). . .
La abnegación traerá a la tesorería de Dios los medios necesarios para el adelanto de su obra. De ese modo podemos actuar en sociedad con Cristo. (carta. 52. 1897)
Quizá no tengamos jamás la oportunidad de realizar grandes cosas; tal vez nunca se nos pida realizar un sacrificio sublime. Pero la más grande victoria que podamos ganar es la de seguir a Jesús. . . Cada día que Cristo vivió en nuestro mundo fue para él un día de abnegación.
Para poder seguirlo en el áspero sendero de la abnegación propia debemos comenzar a renunciar al yo en los primeros años de nuestra vida, y esta abnegación debe ser llevada dentro de los sucesos y acciones de cada día de nuestra vida. . .
La sagacidad del mundo estriba en adquirir fortuna y ganancias en cualquier forma que pueda ser obtenidas.
Una acumulación de este tesoro del mundo es la ambición de las personas mundanas. La aspiración y el objetivo de los seguidores de nuestro Señor Jesucristo es llegar a ser cristianos por medio de la abnegación. Y el sacrificio propio. [
No desear los primeros puestos en la iglesia, como si fuera vitalicios. Eso no es abnegación, es vanidad]. Ellos mantienen sus ojos en las riquezas eternas que pueden obtener por el renunciamiento de tesoros terrenales a cambio de tesoros celestiales.
He aquí las condiciones: El que quiera ser mis discípulo, que lo abandone todo y que me siga.
Manteniendo a Cristo en vista, seguir por donde el marque el camino. . . . “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hech.20:35). . .
La abnegación traerá a la tesorería de Dios los medios necesarios para el adelanto de su obra. De ese modo podemos actuar en sociedad con Cristo. (carta. 52. 1897)
*Escrito en Australia cuando
éstas eran las unidades monetarias corrientes.
Maranata.
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