Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabra solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuál fuimos entre vosotros por amor de vosotros. 1º Tes. 1:5
¿Como nos sentimos si perdiéramos 5.000 $ en efectivo en cheques por un descuido? Nunca más nos perdonaríamos nuestras negligencia. Recientemente a un hombre de Estados Unidos le sucedió este problema.
Era administrador de algunas propiedades y había estado recaudando los impuestos. Puso el maletín abierto con el dinero por un momento sobre el techo de su automóvil, y se olvidó por unos segundos de el.
Entro en el coche y se olvido de el, arranco y el maletín cayo al suelo, y ellos billetes salieron volando por todas las partes. Otro conductor al ver lo sucedido paro su vehículo, y pudo juntar todo el dinero que podía, volvió a subir y se marcho.
El administrador hizo un llamado publico por la radio y la TV para que los que hubieran hallado el dinero se lo devolvieran. Este hombre tendría que responder ante sus jefes, y devolver el dinero. Nadie devolvió el dinero.
El egoísmo de ese conductor, pasara a los anales de los libros de Dios, destinados para el juicio de Dios. Dos cosas se destacan de este hecho. Primero, el hombre fue descuidado, especialmente con lo que no le pertenecía a el.
Le hubiera costado el mismo esfuerzo poner la cartera dentro del coche que sobre el techo. Segundo, los que hallaron el dinero y no lo devolvieron revelaron ser unos ladrones hipócritas, y lo más importante no eran hijos de Dios.
Al escribirles a los tesalonicenses Pablo sabía que ellos habían tenido dificultades. La vida que Pablo llevó cuando estaban con ellos había sido llena del Espíritu Santo. Después de su partida algunos trataron de desacreditar la obra de Pablo menoscabando su carácter. Pablo les recordó: “Vosotros sabéis de que manera de personas éramos para con vosotros, por vuestra causa”.
El fuerte testimonio de algunos, son para algunos cuchillos que cortan sus gargantas. Los hijos de Dios no guardarán lo que hayan encontrado hasta haber hecho todo esfuerzo posible por hallar a su justo dueño.
Algo similar me ocurrió a mi en San Javier (España) no fue dinero, sino una bolsa de comida), estuve esperando y después di vuelta a la cuadra pero no aparecía la dueña de la compra. Así estuve mucho rato.
Sin embargo, ¿será que nosotros podemos ser culpables de eso sin darnos cuenta? Aunque hemos nacido todos bajo el pecado, la tendencia hereditaria está en nosotros.
La gracia de Dios, y mediante su poder de su Espíritu Santo nosotros hemos aceptado la salvación mediante Cristo. Luego tenemos que demostrar el cambió que Cristo ha hecho en nosotros por medio del Espíritu de Dios. Que Dios nos use para veneficiar a otros.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica.
La
Biblia a través del tiempo.
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La película del Deseado de
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