Escribe el apóstol: “Ante, todo, tened entre vosotros ferviente amor” (1 Pedro. 4:8). Es triste que los hermanos den rueda suelta a las acusaciones contra los hermanos, los que las escuchan son tan culpable como el que la dice.
Debemos sed prudentes al recibir una acusación contra vuestro prójimo. Si preguntamos al hermano que hace o expone tal acusación si la orden la a recibido de parte de Dios, para comentarla con los demás hermanos.
Cristo ha dejado instrucciones explicitas de cómo debemos proceder. Ve a tu hermano y dile su yerro, entre el y tú solos. Pero muchos se excusan a si mismos diciendo: “No hay agravio personal entre el que es acusado y yo mismo”. Hipócrita, fariseo. Las reglas dadas por Cristo son tan definidas y explícitas que esta excusa no es válida.
Sea que haya o no agravio entre vosotros y el acusado, el mandato de Cristo es el mismo. Vuestro hermano necesita ayuda. Decirle a él, asolas sin la presencia de testigos, como algunos ancianos y pastores tienen por norma.
Él y tu asolas, los rumores que están circulando en cuanto a tu hermano, no agrada a Dios. Dadle la oportunidad de explicarse. Es posible que los informes que han llegado a tus oídos, sean falsos, y entonces las dificultades pueden ser arregladas por medio de una simple conversación.
Si fuer de otra índole más grande, ponlo en manos de Dios y recapacita, y sino solucionas el problema ponlo en manos de la Iglesia. Este trato debe ser dado a todo el que se supone que está en un error. Pablo dijo:
“Si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú seas también tentado” (Gal. 6:1).
En vivida e visto deshacerse una iglesia por no haber dialogo y un buen entendimiento. Estás palabras son el mandato del cielo, y deben ser llevadas a la práctica diaria.
Si uno está en falta, en lugar de hablar a algún otro de ellos, id a quien pensáis que está en error y con compasión y consideración de hermano en Cristo trata le con amor, y hay que hacer un esfuerzo para salvar al pecador advirtiéndole de su peligro, ¿Como considerará Dios a quienes hagan este inhumano trabajo. (basado en el manuscrito de 31-1911).
Maranata.
Luis José de Madariaga. http://meditacionesmatinales.blogspot.com
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