Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado Hech. 14:8.
¡Paralitico! ¡Qué tragedia! Los que no tenemos dificultades con nuestros miembros difícilmente comprendemos lo que eso significa ser paralitico.
Incapaz de caminar, uno debe buscar otros medios de locomoción. En nuestros días eso no es problema ni tiene demasiada dificultad. Hoy se consigue sillas de ruedas. No era así en los días de Pablo. El invalido de Listra tenía que ser llevado por doquiera.
Qué regocijo le proporcionó a Pablo cuando en el nombre de Dios le curo. El Espíritu de Dios obro en ese hombre. Fue una nueva vida para él. En mis viajes, con frecuencia veía inválidos de nacimiento, en su rostro estaba la resignación y en muchos la alegría de seguir viviendo.
En una ciudad oriental en cierta ocasión mientras caminaba en el calor del día. Oímos un canto pero sin ver a nadie. Dando la vuelta a una esquina el pastor T.L. Oswald y un servidor, (L.Barclay) vimos un espectáculo que no olvidaríamos. Yacía un hombre sin brazos ni piernas. Cantaba a voz en cuello para llamar la atención.
Sobre el pecho tenía atada una taza para recibir la limosnas de los transeúntes. Su medio de transporte era menear la cadera y hombros y deslizarse por el piso (suelo) sobre su espalda.
Hubiera sido un milagro mayúsculo hacerlo caminar. En primer lugar Dios tenía que otorgarle unas piernas y pies. Dios puede obrar milagros mayores que este, en dar piernas y pies.
Pero hay otros tipos de invalidez que necesita nuestra atención. Hay en nuestros días paralíticos espirituales.
Los hay de dos clases: los que nunca han sido cristianos y los que una vez caminaron en la buena senda, y luego se descarriaron. Empezaron por no leer la Palabra, y luego dejaron de ir a la iglesia.
Nos rodean por todas partes. La lista es grande y allí esta esa inmensa listas de paralíticos. Los que son “paralíticos” de nacimiento quizá esperen que alguien les dirija las palabras vitalizadoras y así puedan caminar en la senda de Dios, pero de alguna manera Satanás lo hizo tropezar paralizandoles los pies espirituales.
No van más por sendas agradables que les lleva hasta la tierra prometida.
Su canino está llenos de obstáculos en este mundo de placeres y tecnologías de última generación que Satanás pone en sus caminos. Debemos llegar hasta ellos.
Es nuestro privilegio de proporcionales una curación espiritual. Lo haremos mediante el poder del Espíritu Santo, y con nuestro ejemplo. El carácter es lo que determina que clase de cristiano eres.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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