Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad, el cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros, y está en vosotros. Juan 14:15,17.
El Espíritu define la verdad, y es el Espíritu que guía a los hijos de Dios a la verdad. Lo cierto es que al mundo le falta percepción espiritual. “El hombre natural no percibe las cosas que son del espíritu de Dios. (1º Cor. 2:14).
Si los discípulos de Éfeso, “bautizados en el bautismo de Juan” “ ni siquiera había oído hablar del EspírituSanto” mucho menos podría tener el conocimiento algunos acerca de él.
El mundo en que vivimos no entiende la gran labor del Espíritu Santo, y la exhortación que hace al arrepentimiento. Dios pondrá el limite a tanta indolencia y dejadez. (Gén 6:3; Apoc. 22:17).
Jesús ofreció a sus discípulos, y a nosotros, aquello que es de gran valor muchísimos mayor que el oro, plata o diamantes. Pediría a su Padre enviarnos a Alguien en su lugar: El consolador, el Espíritu de verdad.
He aquí el mayor tesoro que Dios puede ofrecer alguna vez a la humanidad, aparte de su Hijo:
el Espíritu de la verdad. Todo los diamantes del mundo, y todo el oro juntos no alcanzaría para comprar este tesoro, pero puede ser tuyo hoy, ahora, solo hay una condición: tienes que pedirlo vehementemente.
El mundo no puede recibirlo, porque se interesa sólo en las cosas materiales y los placeres de la carne, aquello que se puede ver, pero no pueden ver ni sentir el poder del Espíritu Santo.
Los hijos de Dios no necesitan verlo para saber que esta aquí y ahora.
Mora con nosotros, desde que tomamos la decisión de bautizarnos. El problema es que lo abandonamos demasiado pronto. Cuando el Espíritu de Dios está en nosotros lo sabemos a ciencia cierta. No criticamos, no chillamos, no estamos enfadados con nuestro hermano etc.
Nos guiara a la palabra de Dios día tras día. Nos usará para llevar a otros las bendiciones del cielo. Nos dará la correcta apreciación de los valores éticos y morales de un hijo de Dios.
La riqueza del mundo, y los caminos del mundo no tendrá valor cuando lo comparamos con la gloria del cielo y la promesa del Padre.
Cosas que ojo no vio, ni oreja oyó, Ni han subido han subido en corazón de hombre; son las que Dios preparado para aquellos que le aman. (1º Cor. 2:9).
Dios nos ofrece una corona a todos. Algunas estarán cuajadas, otra solo tendrá un diamante; pero todas estarán satisfecha.
“Sus principios vivos, corriendo por nuestra vidas como hilos de oro, Su gracia es nuestra única salvaguardia en la prueba y la tentación”. La pregunta es ¿cual va a ser tu elección?.
Maranata
Sigan
orando por la vista de mi esposa.
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica
La
Biblia a través del tiempo.
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