Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Juan. 17:23.
Parece casi demasiado hermoso creer que el Padre puede y quiere amar a cada miembro de la familia humana como ama a su Hijo. Se esta resaltando la unidad íntima entre el creyente y los miembros de la Deidad.
Pero tenemos la seguridad de que es así, y esta seguridad debería traer gozo a cada corazón, despertad la reverencia más elevada y provocar una gratitud indecible. El amor de Dios no es incierto e irreal, sino una realidad viviente (manuscrito 31, 1911).
Solo hay un camino para alcanzar la perfección en Cristo Jesús,
cuando el creyente permanece en Cristo. El Creador de todos los mundos se propone amar a los que creen en su Hijo como su salvador personal, así como él ama a su Hijo. Aun aquí y ahora se extiende su bondadoso favor sobre otros en esta maravillosa medida.
Además de todo lo que nos ha prometido para la vida venidera, también nos extiende magníficos regalos es esta vida, y como súbditos de su gracia el quiere que gocemos de todo lo que ennoblece, amplia y eleva nuestros carácter. Su plan es hacernos idóneos para abitar los lugares celestiales. (F.of C Educt. p. 243).
En la vida del hombre deben hacerse muchas cosas sagradas y seculares, algunas en los negocios, otras en el ministerio de la palabra, por muy sencillo que sea este, otras en diferentes ocupaciones; pero cuando un hombre o mujer se entrega a Cristo y ama a Dios de todo corazón, con toda su mente, y con toda su alma y con toda sus fuerzas, servirá o serviremos con toda devoción que abarcará todo el ser entero. . .
Reconocerá quién es el Dueño de sus facultades, el Dueño de todo su ser. Esta consagración revestirá su vida entera de un carácter sagrado que lo hará gentil, amable y cortés. Todo acto de su vida será un acto consagrado. Sí nos miramos, y no somos así, es que algo funciona mal, deberíamos de revisar nuestra relación con Dios. “Santidad a Jehová”, será su alma. Está bajo Cristo, preparándose para el superior grado celestial. (Manuscrito 21. 19119.
Maranata
Sigan
orando por la vista de mi esposa.
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica
La
Biblia a través del tiempo.
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