jueves, 30 de junio de 2022

LA ESPERANZA PUESTA EN DIOS.

En paz me acostaré, y así mismo dormiré
Porque solo tú, Jehová, me harás estar confiado. Salmo. 4:8

Un día llamó a mi oficina una persona que hacía varias semanas que no podía dormir. Se acostaba a la noche y desfilaban, en su mente, una infinidad de pensamientos difusos que la perturbaban.


Ya nada daba resultado. Últimamente estaba tomando fuertes dosis de somníferos, pero eso la asustaba. ¡Que hago! Derrama tu corazón a Dios y tus pecados serán perdonados, entonces tendrás paz.

La ansiedad es un pensamiento vago y difuso de aprehensión. No es miedo o si es, no hay ninguna razón concreta para ella.

El problema con las personas ansiosas es que tienen constantemente la sensación de que algo malo está por suceder y nunca consiguen definir qué es.Porque en su corazón no hay paz.

La respuesta para la pregunta de aquella persona, está en el salmo de hoy. “En paz me acostaré”, afirma el salmista. Paz es el primer ingrediente para tener un sueño tranquilo y reparador.

Hay en el ser humano una necesidad inconsciente de estar bien con Dios. Conscientemente tú puedes negar o rechazar la existencia divina. 

Puedes no darte cuenta de tu natural necesidad de estar bien con tu Creador, pero el corazón se da cuenta de esa carencia y por más que tú trates de racionalizar, 

el vacío espiritual está bien presente, causando la sensación de que algo anda mal.

“En paz me acostaré”, expresa el salmista. Teniendo paz con Dios tú estás en condiciones de tener paz contigo mismo y también con las personas con las que te relacionas. 

Ese sentimiento de tranquilidad, quita de tu ser la tensión emocional que generalmente perturba el descanso.

Otro ingrediente importante para un sueño reparador es la confianza en Dios. No basta estar bien con él, es necesario sentirse seguro en él. 

¿De dónde viene la seguridad? De las promesas divinas. Dios prometió que nunca te abandonará, 

aun en las circunstancias más difíciles por las cuales tengas que pasar.

Finalmente, cuando llegue el momento de dormir el sueño de la muerte, tú podrás decir también como Simeón: “Ahora, Señor, despide a tu siervo en paz, conforme a tu palabra”.

Hoy, cuando llegue la hora de dormir, di como el salmista: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado”.

MARANATA.

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