lunes, 1 de febrero de 2021

EL RITO DE HUMILDAD.

Se levantó de la cena, y se quitó su túnica, y tomando una toalla, se ciñó. Luego puso agua en un lebrillo (palancana), y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Juan 13:4-5.

Una de las cosas que me sorprendió en mis viajes al desierto de Marruecos, fue la hora del te y de la comida. 

Los comensales se reclinaban sobre unos cojines o sofá, que no llegaba a una altura de 20 cm. 

Esta costumbre es la que estaban los discípulos en el día del aposento alto. Recuerdo que Nietzsche, que a la sazón era un filosofo alemán, dijo en unos de sus libros lo siguiente: 

“El siglo XX sería un siglo de guerras revoluciones, y grandes enfermedades”. Esta frase pasaría a la historia como una verdad presente. Cristo fue una revelación justo la noche antes de la crucifixión. 

De acuerdo con la costumbre judía, que se remontaban antes de Jesús. El deber de los esclavos era lavar los pies de su señor, y de los invitados antes de cenar, pero no se esperaba que este rito lo cumpliera un judío. 

Todos entendemos que Cristo dio una lección a los discípulos y a nosotros. Cristo dio a entender que a lavarse los pies no se lavaban sus pecados, sino que la limpieza del corazón se probaba con este servicio de humildad. 

La limpieza del corazón, es una obra de humillación ante nuestro Dios en humilde oración y un arrepentimiento genuino. Cristo en medio de ellos se arrodillo en calidad de siervo como si fuera el menor de ellos. 

Hay un hermoso detalle, Cristo lavo los pies de Judas, sabiendo que poco después le iba a entregar. 

Los discípulos al igual que nosotros recibimos la lección de que el rito de lavamiento de los pies no debe ser postergado porque haya algún falso creyente que no está limpio de sus pecados. 

Cristo conocía a sus seguidores al igual que a nosotros. El cristiano tiene 24 horas para recapacitar y pedir perdón a Dios y si ha ofendido a alguien, debe de pedirle perdón antes del acto de humillación.

Cristo llevo adelante una revolución de humildad. Comenzó a lavar los pies y secándolos con la toalla. Los efectos de este acto de humildad fue muy abarcante. 

El buscar la recompensa personal ya no sería más la realización mas elevada. Judas lo comprendió demasiado tarde. 

Se dejaron atrás las ambiciones personales, se abrió ante ellos y también para nosotros, la belleza y la riqueza del amor de Dios para con el hombre. 

La aventura del cristiano es aceptar la nobleza que Dios nos brinda ante este símbolo de humillación y reconocimiento del amor de Dios para con el hombre.

MARANATA.

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NOTIFICACION A LOS LECTORES.

Notificación: Estimados lectores: este blog se puede ver a través de https://. Les pido que oren por este proyecto. Sal 62:7. Al partir del día 2 de Febrero no se emitirá las matutinas hasta mi recuperación.

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