lunes, 20 de julio de 2020

NADA HAY SANO.

Nada hay sano en mi carne, a causa de mi ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. Salmos 38:3.
El hombre que en el hay sinceridad, vera la incompatibilidad del pecado y la lealtad a Dios. 

Los síntomas del pecado, son aborrecidos por sus amigos, y que ven la enfermedad del amigo como repulsiva. 

Vemos que el hombre esta en dificultades, pero Dios lo socorre. Este es el tema del salmo. El es clamor de un hombre que pide ayuda a Dios. 

A lo largo de los salmos vemos el clamor, la desesperación por causa del pecado. Vemos la mano del Omnipotente que desciende para socorrer. 

No es extraño que durante siglos, tanto para los judíos como para los gentiles, el salterio haya proporcionado material para el pecador que va con sinceridad a Dios. 

Los salmos deberían de ser una parte integral de cada cristiano, al amanecer y al atardecer. Reconociendo así, nuestra dependencia de Dios. 

La aflicción del hombre y el socorro de Dios. Los salmos nutre de la realidad personal y nacional de un pueblo que a lo largo de su historia y ha experimentado dolores y alegrías, frustraciones y gozos, chascos y satisfacciones de sus vicisitudes y se expreso con emocionada libertad. 

Hay un salmo para cada persona, que debe de hacerse suyo. Hay gente salmos, jóvenes, para hombres adultos, y para ancianos. Hay salmos de esperanza, de arrepentimiento, y de perdón. 

Dios a provisto para cada caso un salmo, para que encontremos el alivio y el perdón de Dios. 

En la tierra nueva se a lavara a nuestro Dios con un Salmo, y sólo los 144 será los que cante este himno. Ya que es un himno especial. 

Pero todos los salvados, entonaremos himnos de alabanza por la victoria conseguida por la sangre de nuestro Cristo. 

David sentía la vergüenza del pecado, y su arrepentimiento fue sincero, pero el castigo fue una consecuencia de su desobediencia. 

La rectitud tiene su recompensa al final. La vida terrenal consagrada es mucho más satisfactoria que el camino que nos muestra el mundo. 

Luego la lealtad a Dios nos proporciona la vida eterna. Que para el mundo es locura como dice el Apóstol Pablo. Y la inversa, la maldad trae sufrimiento y por último la muerte eterna. 

Aunque los impíos parecen prosperar durante un tiempo, la justicia del gobierno de Dios demostrará al fin la necedad de su camino y les dará el resultado lógico de su impiedad.

Los hijos de Dios tiene el privilegio y la responsabilidad de compartir su experiencia con otros. 

En el gobierno de Dios, “la misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron. Sal. 85:10. Dios es amor, y donde hay amor hay perdón.
MARANATA.
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