EL ESPÍRITU DEL HOMBRE.

Ciertamente espíritu hay en el hombre, Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda. Job. 32:8

Eliú era un joven impetuoso, pero prudente, estaba esperando su turno para hablar a Jacob. Sentía que las razones expuestas por Elifaz, Bildad, y Zofar no eran las adecuadas. 

Eliú se proponía establecer lo que consideraba como una filosofía correcta para resolver el enigma propuesto por la aparente contradicción de la vida de Job y su sufrimientos. 

Es posible que este joven fuese de 20 año de edad, impulsivo. Pero lo mas curioso es que él también condeno a Job por lo que le ocurrió. Aunque ninguno de ellos entendían lo que estaba pasando a Job. 

En el mundo islámico, la preferencia para hablar pertenece a los de más edad y después a los jóvenes, así lo entendió Eliú. Así que espero su turno. 

“Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda”. 

Estas son sus razones para hablar. Expone en sus argumentos: “el entendimiento no viene con la edad, sino que procede del Espíritu de Dios”. 

La sabiduría es un don de Dios, pueden tenerla tanto los jóvenes como los ancianos. Eliú demuestra ser un joven prudente, y espera que todos hablen para exponer sus argumentos. 

Que ejemplo da a los jóvenes de hoy día, ya que la gran mayoría quieren llevar la voz cantante en cualquier tema y lugar. 

Una cualidad que vemos en este joven es: cuando él habla, sin embargo, habla in extenso y lo que decía brotaba de la abundancia de un corazón reprimido. 

En el transcurso de seis largos capítulos da a conocer su punto de vista. Hay algo que me cautiva en este joven no tiene miedo de decir la verdad. 

Señala que los hombres de edad hablan con sabiduría. Sin embargo, añade, esta sabiduría está a menudo estancada inmóvil en el pasado. 

Cierto es que la edad es cauta y por lo tanto evita muchos errores. Pero el tener cuidado no es necesariamente ser sabio. A veces el hombre es cuidadosos porque son incapaces de comprender y de avanzar. 

Así es cuando estudiamos la palabra de Dios. Y oímos la famosa frase: “no lo entiendo o no me interesa” 

En vez de reconocer su incapacidad y su falta de compresión, permanece impasible y pretende ser sabios. 

La obra del Espíritu Santo es hacernos recordar en los momentos adecuados las promesas que Dios nos ha dado. Dios nos ha dado una inteligencia que debemos desarrollar y cultivar, y si no se hace se muere. 

Por el ejercicio de una fe viva podemos separarnos de todo lo que no esté de acuerdo con la voluntad de Dios, y así poner el cielo en nuestra vida terrenal. (C.M. 178).

MARANATA.

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