domingo, 19 de julio de 2020

EL HOMBRE HIPÓCRITA.

Los pensamientos vanos aborrezco, mas amo tu ley. Salmo 119:113. (ver. R. Valera del 1900).
Estoy seguro que hay otras versiones de este texto, pero creo que este verso se ajusta más a lo que quiere decir Salomón. 

Creo con sinceridad, que los mandamientos de Dios, debería de ser una delicia para el cristiano. 

De otra manera ¿cómo podríamos ser servidores de Dios? Decimos: aborrecemos a los hombres hipócritas, pero, si nos miramos más profundamente nuestro corazón; veremos que muchos de los cristianos así llamados son hipócritas (hypocrisis o “hipcrytes). 

No somos sinceros con nosotros mismos. Es la mascara que suele usar el ser humano. 

Pues la hipocresía es aquella conducta que se asume al momento en que se finge o aparenta en diversas circunstancia de la vida. 

Este rasgo de carácter lo vemos a través del tiempo de Israel, cuando eran amonestado por los profetas, y desechaban a Dios. 

¿No puede suceder esto, en nuestro tiempo, con el pueblo de Dios? Para los hombres y mujeres obedientes hijos de Dios los mandamientos son una delicia declarada. 

El desprecio mostrado a la ley por algunos elementos externos, exigiría departe del pueblo de Dios la intervención de Dios.Ya que la hipocresía demostrada no hace honor a sus hechos. 

Esto me hace pensar en algunos productos de leche, que dicen que lleva cacao, pero lo que realmente lleva es una sustancia que tiene el sabor del cacao. 

Muchos han resuelto declararse a medias, no son leche ni tampoco cacao. No son cristianos, pero dicen que lo son. De manera que dicen aparecer como si lo fuera, sin serlo. 

David le pidió a Dios que interviniera y defendiese su honor, y que mostrara que había un Dios, y que hay limites de su paciencia, y que es posible vanagloriase tanto de la misericordia de Dios que termine ella por agotarse. 

“Tiempo es de actuar, oh Jehová dice, porque han invalidado tu ley. Cuando nos acosa la tentación podemos hallar nuestro refugio en Dios. 

No debemos de ser de dos cara, oh moneda de dos caras, la sinceridad es lo que más valora Dios de sus hijos. 

David anhelaba apartarse de los hombres impíos, porque la compañía de ellos impediría su crecimiento espiritual. 

Es bueno calcular la amistad de personas cuya influencia nos eleva a un más alto espiritualmente. 

Dependemos del poder sustentador de Dios, ya que sin él no podemos vivir. Cristo espera que trabajemos para él, que vivamos para él, que muramos para él. 

El cristiano sincero debe de ofrecer una dedicación compartida, concederle nuestro tiempo y talentos y nuestra vida. ¿Nos hemos consagrado a él?
MARANATA.
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