María cuando llegó a donde
estaba Jesús, al verle, se postro a sus pies, diciéndole: Señor,
si hubiera estado aquí, no habría muerto mi hermano. Juan 11:32
Un joven esposa y su madre
sollozaban mientras oraban con angustia: “Padre, ¿por qué
permitiste que mi esposo muriera? ¿Dónde estabas tú?
¿No te pidió
que estuvieras con él ese mismo día del accidente? “¡Seguramente,
si hubieras estado allí tú no habrías permitido que esto
sucediese!” Desgarradoras palabras son estas ante la impotencia de
la vida.
Mientras que Satanás tenga el imperio de la muerte, el
dolor y el sufrimiento sera continuo. Hay un sentimiento de
desgarradora oración y que no esta lejos de muchos de nosotros. La
vida y la muerte esta en manos de Nuestro Dios. “¡Lo importante no
es morir, sino como se muere!”
Ese es el verdadero secreto. ¿No
comenzamos cada día con una oración pidiendo a Dios que esté con
nosotros? ¿Y qué es lo que deseamos experimentar por medio de su
presencia? ¿No estamos suponiendo que si Él está presente, nos
enfrentamos a las tragedias de este mundo y por ende a su dolor?
Creo
que María se enfrento a sus temores, y es lo que María supuso
cuando se enfrentó a Jesús, después de la muerte de Lazaro. No
conocemos la voluntad de Dios, no sabemos que es lo mejor para
nosotros.
Ella estaba segura de que si Él hubiera estado allí, nada
malo podría haber ocurrido. ¿No podemos identificarnos con esos
sentimientos? Pero, ¿qué es lo que realmente ocurre cuando la
tragedia golpea a pueblo de Dios?
Recuerdo que mi hija Adaa
estuvieron en Ruanda en 1949 Un millón de personas fueron asesinada.
Una iglesia adventista fue exterminada, en la localidad donde estaba
mi hija. Y así podría contar anécdotas que me contó mi hija, la
muerte no avisa, llega.
Rápidamente concluimos que Dios no estaba
allí, o que no tuvo el poder o el cuidado suficiente mientras estuvo
allí. “Los cristianos siempre o casi siempre echan la culpa a
Dios”
Casi nunca cuestionamos nuestra presunción básica acerca de
los efectos de su presencia. Muchas sangre Valdense fue derramada por
el papado. ¿Donde estaba Dios? ¡Nos preguntamos! Esa sangre
derramada son joyas apreciadas por Dios. Ustedes ven, la presencia
física de Dios no es el tema.
La seguridad no está asegurada porque
estamos en su presencia, sino por estar siguiendo su voluntad.
El centro de nuestras oraciones no necesita ser que El deba “ir con nosotros”. Sino que nosotros caminemos en sus pasos, en armonía con su sabia voluntad.
El centro de nuestras oraciones no necesita ser que El deba “ir con nosotros”. Sino que nosotros caminemos en sus pasos, en armonía con su sabia voluntad.
El anhelo de estar en la presencia de Jesús
debe significar mucho más que querer estar a poca distancia de El, y
aun de ser capaces de mirar a los ojos. Debe significar la unión con
El en espíritu, para sentir el gozo de la armonía con El en los
valores básicos de la vida.
[Os pido que oréis por mi, tengo una
alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de
hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga
haciendo esta obra. Que Dios os bendiga.]
Maranata:
http://degunda
venida apocaliptica.blogspot.com
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a través del tiempo y espacio.blogspot.com
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