Y cuando Él venga, redargüirá
al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio. Y de justicia, por
cuanto voy a mi Padre, y no me veréis más. Juan 16:8,10.
Convencer, viene del Griego
elégjo,
“convencer”, “demostrar la
culpabilidad”. La ley lo declara convicto es un transgresor de la
ley, en este caso.
Cristo no tiene dos cara como algunos lo sostenga.
Cristo a tenido siempre una cara, y si tiene que decirnos algo lo
hará a través de su palabra o directamente al hombre. Hay muchas
formas como se manifiesta Dios a un pecador.
El día de Pentecostés,
cuando fue derramado el Espíritu Santo, se manifestó a los hombres
convenciéndolos de su pecado en la Exhortación de Pedro “se
compungieron de corazón” (Hech.2:37). Fue unas de las evidencias
de que el Espíritu Santo estaba obrando.
El pueblo se esta
distanciando del temor de Dios. El Señor quiere que su pueblo confíe
en él y que permanezcamos en su divino amor. Un debido temor a
Dios, el creer en sus amenazas, produce frutos de justicia al hacer
que el alma temblorosa acuda a Jesús.
Muchos debieran tener este
espíritu hoy y volverse al Señor con humildad contrición, pues el
Señor no ha presentado tan terribles amenazas ni pronunciado tan
rigurosos juicios en su palabra sencillamente para que queden
registrados, sino que es cierto lo que dice.
Uno dice: “Horror se
apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley”. Pablo
describe: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los
hombre” (RH 21-10-1890) Lo que se necesita el el amor de Cristo en
el corazón. El yo necesita ser crucificado (yo me pongo el
primero).
Cuando el yo se sumerge en Cristo, obra espontáneamente el
verdadero amor. No es una emoción ni un impulso, sino una decisión
de una voluntad santificada. No consiste en sentimientos, sino en la
transformación de todo corazón, el alma y el carácter, que estan
muertos al yo y vivos para Dios.
Nuestro Señor y Salvador nos pide
que nos entreguemos a él. La entrega del yo a Dios es todo lo que él
exige: que nos entreguemos a él para ser empleados como él lo vea
conveniente. Hasta que no lleguemos a este punto de entrega, no
trabajaremos con gozo, utilidad ni éxito en ninguna parte. (carta
97, 1898).
Cristo está en el Santuario en el lugar Santísimo donde
entro 1844. Podemos estar totalmente convencidos de que nuestra
relación ha sido bien establecida, ¡porque Jesús ha ido al Padre y
ha sido aceptado como nuestro sustituto.
Cristo nos dio una garantía
hasta el fin del tiempo: El Espíritu Santo impartirá una parte de
la reserva plena de la verdad en el hombre.
Maranata:
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