Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su Santo Espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos. Isa. 63:10.
Isaías hace resalta en marcando contraste la deslealtad de Israel y la amante ternura y fidelidad de Dios. (cf. Sal. 106). Cuando la marcha era dura, frecuentemente los hijos de Israel se rebelaban contra Dios.
Casi siempre era la gente mista. En el Sinaí (Arabia) los hijos de Israel hicieron un becerro de oro. En otra ocasión desearon las hoyas de carne de Egipto y el festín mortífero de las codornices.
Temieron a los gigantes de la región y se rebelaron contra las ordenes de Dios y tomar la tierra prometida. Aquella última rebelión significo 40 años vagando por el desierto, hasta que todos murieron.
Al detallar Isaías los fracasos de Israel, destacó al pueblo que aunque hubo muchas rebeliones, también fueron muchas veces en que Dios probó su amor por ellos. Sufrió con ellos en el castigo que les infligió. “El ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió” (Isa. 63:9)
Sin embargo, las lecciones y experiencias del pasado no les fueron suficiente,”fueron rebeldes e hicieron enojar a su Santo Espíritu”. ¡Qué cosa irreflexiva y peligrosa hicieron! El Espíritu Santo era un vínculo con Dios.
El apartarse de las bendiciones de Dios era un peligro para su bienestar en esta vida y en la venidera. El pecado de Israel era grave, pecaron contra el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo “seles volvió enemigo, y peleó contra ellos”.
En realidad, los juicios que le sobrevinieron al pueblo tuvieron un misericordioso designo. Dios estaba buscando la salvación final del individuo. (SDA Bible Comentary, t. 4. p. 324). 25 Hoy la salvación no es una expectativa nacional. Ya no tiene Dios una nación escogida.
Hoy la salvación es una cuestión personal. Pero Dios tiene un pueblo entre las naciones. Si nosotros buscamos y ponemos nuestra propia voluntad por encima de las cosas de Dios, entonces somos rebeldes.
Dios ha provisto una senda para que nosotros vivamos. Ese camino nos lleva a la vida eterna. Demasiado a menudo perdemos la fe.
Sentimos que Dios nos a olvidado.
“Si los cristianos pudiéramos saber cuántas veces el Señor ordeno tu camino. . . tu fe se estabilizaría en Dios y ninguna prueba podría moverte”. (PR. p. 422) Determinemos que bajo ninguna circunstancia agravemos al Espíritu Santo.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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