He aquí mi siervo, yo le sostendré; mí escogido en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él traerá justicia a las naciones. Isa. 42:1.
Tenemos ante nosotros una bella profecía mesiánica. Describe la obra de Jesús en esta tierra. Esta no es una obra sólo para los judíos, sin o también para los gentiles.
Habla de la universalidad del mensaje evangélico, un mensaje evangélico, un mensaje que nos asegura que la ley de Dios es tanto para gentiles como para judíos, de otra manera no habría un juicio justo para los gentiles.
El texto no se refiere a la universalidad del mensaje evangélico, sino que además revela la unidad de la Deidad en la presentación del mensaje.
“Isaías claramente se refiere a los tres miembros de la Deidad: “Yo[el Padre]. . . he puesto sobre él [el Siervo, el Mesías, Mat. 12:18]. . . mi Espíritu [el Espíritu Santo]”. En un sentido el Espíritu Santo vino sobre Cristo en su bautismo” (SDA B.C. Tomo. 4. p.255-256).
La profecía es muy clara con respeto a la salvación. No importa de que religión seas, el problema radica en que aceptemos a Cristo como nuestro salvador, si no fuera así, la condenación esta asegurada.
Es por eso que la profecía promete que todo aquel que acepte a Cristo como su Salvador, viene ser elegido por Dios.
Promete que en tribulaciones y pruebas, frente a toda tentación que Satanás trate sobre el pueblo de Dios, él nos sostendrá. La promesa es de que Dios hallará contentamiento en su elegidos. ¡Cuanto se habrá complacido Dios en un joven a quien se le pregunto:
¿Por la predicación de quién tú te has convertido?” “No fue predicación alguna”, respondió, “Fue fue por la conducta de mi madre”! Nuevamente el mensaje de Dios es el que puso su Espíritu en el Mesías.
Lo que él dio a Cristo para realizar su misterio, no habrá de negárnoslo. David Livingston fue un gran misionero, fue lleno del Espíritu de Dios. En los años que sirvió en áfrica. A menudo halló consuelo y fuerza en la promesa:
He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” 31 Dios no nos negará su Espíritu. Llenos del Espíritu Santo podemos vivir por encima de las tentaciones del mundo mientras todavía vivimos en el mundo.
Y al llevar adelante la Gran Comisión, el Espíritu Santo nos usará para dar contentamiento a Dios. Jesús fue el contentamiento de Dios. ¿Lo somos nosotros?
Pronto abriré un correo electrónico para que cualquier cristiano me mande sus experiencias con Dios y como conoció a Cristo. Espero vuestras respuesta.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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