He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, e
esta guardada la corona. 2º de Tim. 4:7,8.
¿Alguna vez nos
hemos preguntado qué es el éxito? ¿Qué se siente cuando uno está
el la cumbre de su carrera? ¿Que se siente cuando ves tu éxito a
caído por lo suelos por una mala gestión? ¿Ves todo del mismo
color? ¡No! Te abates, te deprimes y deseas morir, el mundo no
tiene sentido para ti.
Pero para el
cristiano sincero la respuesta será diferente de la del mundo. Si
queremos hacer una evaluación sincera, los plazos cortos 'no nos
sirven'. La visión del cristiano tiene que ir mas aya de los plazos
establecidos por el hombre, es decir, un paso hacia la inmensidad del
espacio.
Nuestra evaluación
inevitablemente toma en cuenta asuntos que están más allá de este
tiempo y espacio e incluye temas tales como el fin del mundo, y el
regreso de Nuestro Señor Jesucristo, el reino de los cielos y la
eternidad. Que para muchos seria una Equimera. Pero el hecho es que
es real, y el mundo no lo sabe.
Amenos que podamos
decir, como el apóstol Pablo: “He peleado la buena batalla, he
acabado la carrera, he guardado la fe, no disfrutamos del éxito, no
importa cuán grande sea nuestro logros terrenales. No importa los
sufrimientos de este mundo, lo importante es que el nombre de mi Dios
sea glorificado.
El hombre o mujer no
puede ser egoísta como para gozar solos de los triunfos logrados.
El verdadero éxito implica beneficiar a otras personas por medio de
nuestro testimonio y nuestras
ofrendas en favor de
Cristo.
Ya que en el mundo Dios tiene hijos que necesita de nuestra ayuda, no importa el color o la raza. Cuando realmente estemos llenos del Espíritu de Dios, haremos una obra tan vasta y tan grande como la realizada por los cristianos del primer siglo y mediados del segundo.
Ya que en el mundo Dios tiene hijos que necesita de nuestra ayuda, no importa el color o la raza. Cuando realmente estemos llenos del Espíritu de Dios, haremos una obra tan vasta y tan grande como la realizada por los cristianos del primer siglo y mediados del segundo.
Ellos comenzaron con
una inclinación por las estadísticas que nos resulta familiar: tres
mil almas ganadas en un día, luego cinco mil. Pero los resultados
sobrepujaron sus previsiones y las cifras no pudieron traducir el
fruto de la plenitud del Espíritu.
Perdieron la cuenta;
y la siguiente mención que aparece en los hechos simplemente dice: Y
los que creían en el Señor aumentaban más, gran numero así de
hombres como de mujeres” (Hech. 5:14). La palabra de Dios crecía,
y se multiplicaba (Hech. 6:7).
Y así era. No
aparecen más cifras de conversiones en masa. Los enemigos los
acusaban de estar llenando el mundo con sus doctrinas. Esto no sólo
aparece verdadero éxito. ¡Lo es! En realidad, es la clase de éxito
que solo puede producir el Espíritu Santo mediante instrumentos
totalmente consagrados.
Si él puedE
utilizar a simples pescadores. ¡ciertamente nos puede utilizar a
nosotros hoy!
Para hacernos una cifra de los cristianos que había,
diremos la cibra de los que murieron por Cristo.
[desde Nerón,64-68;
y Calicula murieron 140.000 cristianos. Domiciano 81-96; Trajano
109-111; murieron 144.000. Después le siguieron, Marco Aurelio
161-180; Séptimo Severo. 202-210; Maximo 235; Decio. 250-251;
Valeriano. 256-259; Y uno de los más crueles en la historia fue
Diocleciano 303-313; es la época de los mártires.] Para hacernos
una idea de los cristianos que había en el siglo III el 10% de la
población del Imperio. (Wikipedia).
Cuando Diocleciano,
puso el edicto en marcha, miles apostataron de la fe, pero otros
fueron fieles a su Dios. Depende que historiador o erudito
escojamos, nos dirán miles de muertos, pero la realidad es que la
historia nos dice que la sangre de los mártires corrían como un rio
por las calles (Historia de Roma t. I; Historia de las religiones t.
I p. 546-548).
Maranata.
La
Biblia a través del tiempo.
http://
segunda venida apocalíptica
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