Cuando
el hombre fuerte armado guarda su palacio, es paz está lo que posee.
Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas
sus armas en que confiaba, y reparte el botín. El que no es conmigo,
contra mi es; y el que conmigo no recoge, desparrama. Lc. 11:21-23.
El
hombre fuerte de nuestra parábola evidentemente no mantenía buenas
relaciones con el Señor de la fuerza, o si las las había mantenido,
en algún momento éstas se habían interrumpido. ¿Por que? Porque un
hombre más fuerte, el diablo (Satanás), por supuesto, vino y lo
venció.
La
persona cuya alma está en todo momento bajo el total dominio del
Espíritu Santo, no puede ser vencido. “El alma que se entrega a
Cristo, llega a ser una fortaleza suya, que él sostiene en un mundo
en rebelión, y no quiere que otra autoridad sea reconocida en ella
sino la suya.
Un
alma así guardada en posesión por los agentes celestiales es
inexpugnable para los asaltos de Satanás” (D.T.G. p.291).
La
fuerza vencedora que subyuga a la persona no consagrada le quita
“todas sus armas en que confiaba”.Hay quienes, aunque profesen
ser cristianos, basan su fe en cualquier cosa, menos en el poder de
Cristo. Otros creen estar seguros por pertenecer a la última
iglesia antes de la venida de Cristo, pero no están vinculados con
la cabeza de ella, que es Cristo Jesús.
Otros, además fundamentan
su fe en una cuenta bancaria, y no en el dueño de todo el oro, la
plata y el ganado que pasta en los millares de colinas del
mundo.Algunos confían en la palabra del patrón, pero no en la
palabra de Dios.El asunto es que los que confían en cualquier cosa
menos en Jesús, descubrirán un día que sus armas (Efesios
6:10-20), y municiones han desaparecido. Si estamos en Cristo y en
favor de él.
Llegaremos a ser los instrumentos mediante los cuales
él pueda obrar.
Entonces,
cuando el hombre fuerte venga a derrotarnos, nosotros, los verdaderos
creyentes en Cristo Jesús, y por la gracia de Dios, estaremos en
condiciones de disputarle cada palmo de terreno.
Cubiertos
completamente con la armadura de Dios, no retrocederemos sino que
avanzaremos hacia la victoria en Cristo. Dispondremos de la plenitud
del poder luchar contra el pecado en todas sus formas. La batalla no
es fácil, la guerra no se gana en un día, en la batalla el soldado
sufre, pasa frió, hambre y incluso es herido, pero su fe le hace
vencedor en la batalla final, la victoria es nuestra gracias al amor
de Cristo que murió por ti y por mi.
Maranata.
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venida apocalíptica. blogspot.Com
la
Biblia a través del tiempo.
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