Los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios. . . Siendo renacidos no de simiente
corruptible,
sino
de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para
siempre. Juan 1:13; 1º Pedro 1:23.
Tanto
Pedro como Juan se refieren a lo que no ocurre en la experiencia del
nuevo nacimiento. Juan presenta tres maneras en que no se recibe la
nueva vida de lo alto. En primer lugar, el nuevo nacimiento no es el
resultado de nuestros antepasados hayan sido buenos o piadosos.(Foto. el Bautismo es la llave de la iglesia)
“No
son engendrados de sangre” se refiere a nuestro nacimiento natural
y a nuestros antepasados. La nación Judía se sentía tan orgullosa
de sus antepasados que pasó por alto este punto tan importante.
Creían que su situación frente a Dios estaba asegurada porque
descendía del padre Abraham.
Ser
pariente consanguíneo (de sangre) de él era, a su parecer, su
pasaporte para el cielo. Pero descender de Abraham, Moisés, o
incluso de la virgen María, la madre de Jesús, no es garantía de
salvación para nadie. (Para ninguna religión monoteísta).
En
segundo lugar, Juan afirma que el nuevo nacimiento no es el resultado
de la “voluntad de carne”. Aunque ejerzamos toda la fuerza de la
voluntad del mundo, no podemos producir vida nueva. La voluntad
desempeña un papel importante en el desarrollo del carácter
cristiano, pero no crea un nuevo corazón en el hombre.
En
tercer lugar, aprendamos que ni siquiera la “voluntad del varón”
tiene poder en esto.
Ciento de miles de personas que quieren
mejorar, tratan de lograrlo por medio de la meditación trascendental
y el yoga, filosofía orientales muy en boga en nuestros días.
Nuestra cultura occidental tiene incluso planes más sofisticados
para lograr la modificación de la conducta.
Pero
Juan y Pablo declaran enfáticamente que no se logra un cambio
permanente de la naturaleza del hombre a menos que Dios intervenga
milagrosamente. Pedro afirma que la intervención divina se produce
“por la Palabra de dios, que vive y permanece para siempre”. (Foto. Pablo escribiendo las cartas los Gálatas)
Por
medio de la incorruptible Palabra de Dios fueron creados los cielos,
y por medio de la incorruptible Palabra de Dios comienza una nueva
vida espiritual en el alma. La Palabra de Dios es una fuerza
viviente y vibrante. No es difícil conseguir un ejemplar de la
palabra (La Biblia). El problema consiste en dejar que la Palabra se
apropie de nosotros.
MARANATA.
http:/juadaislacris.blogspot.com
http://segunda
venida apocalíptica. blogspot.Com
la
Biblia a través del tiempo.
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