Aquel sábado la sinagoga estaba llena de gente, en realidad, nunca había habido tanta. La predicación estaba a cargo de Jesús, una persona sumamente discutida por la clase alta religiosa de esa época. En la mitad del sermón, uno de los presentes lo interrumpió dando grandes voces.
Sus palabras revelaban que estaba bajo el control de otro poder, pues exclamó: "Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios" (ver.34).
Jesús no se perturbó. Ordeno al espíritu maligno que se callara y saliera del hombre. Después de una lucha corta pero intensa y terrible, durante la cual el pobre hombre fue arrojado violentamente al suelo, el espíritu maligno fue vencido.
El espíritu de profecía nos revela que la intemperancia y la complaciencia propia había pervertido a tal punto la naturaleza de este hombre, que Satanás llegó a dominarlo por completo. En su condición desvalida, anhelaba liberación, y una pocas palabras del Salvador satisfacción el deseo del oprimido.
El versículo de hoy es sumamente importante. Revela la reacción de la gente. Se maravillaron de la palabra y la autoridad de Cristo. Lucas destaca este hecho en el versículo 23, antes del incidente que estamos considerando, cuando dice que "se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad".
Necesitamos entender este punto de vista. En la palabra hallaremos el poder necesario para vencer a Satanás, sus promesas son seguras, es decir, en las mismas Escrituras que Cristo estudió, y además, en el Nuevo Testamento y en los escritos del espíritu de profecía encontramos las promesas.
Creo firmemente que lo que necesitamos hoy día es establecer un sistema de valores que ponga la Palabra en primer lugar. La misma palabra que Jesús expresó con voz audible, las dice hoy por escrito.
Cuando nuestra mente se aferra de la Palabra y la introduce en nuestra vida, somos tan liberados del mal como lo fue aquel hombre que interrumpió la predicación en la sinagoga de Capernaum hace dos mil años.
El mismo Pastor que predicó entonces lo sigue haciendo hoy desde el púlpito de su Palabra. Escuchémosle con cuidado y atención.
Dios no deja esta promesa.
"No escuches al enemigo cuando te sugiere que te mantengas alejado de Cristo hasta que hayas mejorado; hasta que seas bastante bueno para allegarte a Dios. Si aguardas hasta entonces, no te acercarás nunca a él. Cuando Satanás te señale tus vestiduras inmundas, repite la promesa del Salvador: Àl que a í viene, no le hecho fuera'. (jn. 6:37) Di al enemigo que la sangre de Cristo te limpia de todo pecado"
"Ahora él [Dios] te invita. Ahora precisamente ahora, te pide que vuelvas a él sin demora, y él te perdonará y sanará misericordiosamente todos tus desvios". (PR. 236; 1T. 431)
Maranata.
http:/juadaislacris.blogspot.com
http://segunda
venida apocalíptica. blogspot.Com
la
Biblia a través del tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario