martes, 15 de abril de 2025

ÉL QUE FUE LEVANTADO.

Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” 1º Pedro 2:24.

Cuando el hombre peco, el cielo se estremeció, y el Padre busco la solución. En el concilio de los cielos, él Padre y Cristo buscaron la solución para este gran problema. 

El universo estaba en peligro, la rebelión había llegado a la tierra, había que tomar una decisión drástica. 

El pecado le fue imputado o adjudicado a Cristo (Isa. 53:3-6; 2º Cor. 5:21, para que la justicia pudiera ser imputada o adjudicada al hombre (D.T.G. 17). 

Se estableció en la tierra una nación con su Rey, y este violo deliberadamente la ley de Dios. 

La condena era a muerte, pero Dios en su infinito amor, consulto con su Hijo y este se ofreció para salvar la tierra de la maldición del pecado. 

Cristo llevó los pecados del hombre en la cruz, y pudo remitir el castigo por causa del hombre porque pagó el precio que demandaba la ley. 

Cuando la noticia fue comunicada por Cristo a los ángeles, el cielo se estremeció con un amen y una aleluya. Cristo demostró que la ley de Dios se puede guardar. 

El hecho que aya naciones que afirma creer en Cristo y creer en su ley, desconocen las advertencias y predicciones de desobedecer su ley. 

Negando y cierran sus ojos a la luz del cumplimiento de sus profecías. El rey de este mundo, cierra los ojos de los hombres para que no vean, que el juicio esta delante de ellos. 

Cristo pago un alto precio en la cruz, los clavos taladraron sus manos. 

La cruz debería convertirse para el cristiano en la realidad de nuestra salvación. 

La muerte de Cristo tenía y tiene del propósito de perdonar al pecador, y regenerar su corazón para glorificar a su Creador. 

Satanás instiga a los hombre a rechazar la salvación dada gratuitamente por Dios. 

Cristo vino a ayudar a la raza humana, para sacarla del abismo en que se encuentra.

Cristo vino para salvar a los quebrantados de corazón, y a todos “los que necesitan ser curados de la lepra del pecado”. 

Cristo no abandona a nadie, es el hombre quien abandona a Cristo. La decisión es nuestra. ¿A quien queremos servir? 

MARANATA.

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