viernes, 28 de marzo de 2025

EL REY Y EL CONOCIMIENTO

El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte y cuya copa llegaba hasta el cielo...tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte...Te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada...y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres” Daniel. 4:20,22,25.

Estos versos de Daniel, son el resultado de una profecía que Dios dio a Daniel, pero que si en su tiempo tuvo aplicación, hoy también la tiene para cada uno de nosotros. 

Todo cristiano o por lo menos una gran mayoría, saben el significado de este sueño que se le dio al rey Nabucodonosor. 

A la sazón, todos somos reyes en nuestra esfera, y todos dependemos de Dios. Y el Señor es Dios omnipotente y reina en nuestro universo. 

La fidelidad a Dios nos dice como somos realmente ante nuestro Dios. El fiel Daniel permaneció delante del rey, no para ser adulado delante del rey y en presencia de sus consejeros. 

Sobre él pesaba el solemne deber de decir la verdad presente para el rey. 

En esas misma circunstancias nos encontramos los hijos de Dios, cuando tenemos que testificar de Dios y de amonestar al mundo de lo que va acontecer. 

Todos estamos bajo el dominio de Dios, plebeyos, artesanos y nobles. Los recursos de Dios son ilimitados, todo esta bajo su dominio y gobierno. 


Aquellos de quienes depende el destino de las naciones son vigilados con una atención que no conoce tregua por Aquel que “da la victoria a los reyes” a quien pertenece “los escudos de la tierra” (RH 289. 

Estamos viviendo en los últimos días de la historia de esta tierra, y no debe sorprendernos ninguna forma de apostasía o negación de la verdad. 

La incredulidad ha llegado a ser tan refinada que no nos damos cuenta. El rey Nabucodonosor representaba esta incredulidad ante su corte. 

Hoy día esta muy bien representada en una sociedad atea y incrédula. 

Pero Dios conociendo los tiempos, amonesta a los hombres a que se arrepienta de sus actos, y vuelvan a las sendas antiguas. Daniel amonesto al rey a que volviese a hacer justicia y tener misericordia con su pueblo. 

Hoy, Dios, no solo amonesta al mundo para que haga justicia, sino también a amonesta a su pueblo para que vuelva por las sendas antiguas.

MARANATA.

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