domingo, 29 de noviembre de 2020

SALVOS POR CRISTO.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:10.

Pablo repite magníficamente el argumento del verso 9. La expresión “reconciliados” y “mucho más” están representando el tema del capitulo cinco de Romanos. 

Pero estas palabras también significa “intercambiar”, y por lo tanto se refiere a un cambio en la relación de dos partes hostiles que conciertan un tratado pacifico. 

Nos está indicando el fin de una enemistad mutua como el de una enemistad unilateral, y el contexto debe determinar a que se refiere.  

El pecado ha separado al hombre de Dios, y el corazón humano está en guerra con los principios de la ley de Dios (cap.1:18 a 3:20; 8:7). 

La ley es el juez y determina si un hombre es condenado ó es liberado de la condena. 

El factor más importante que interviene ante la ley es la gracia, por mucho que acuse la ley, la gracia siempre es capaz de perdonar.

 ¿por qué?  El amor de Dios es tal que dio lo que más amaba, su Hijo. En ninguna parte de la Biblia se presenta a Dios como reconciliándose con el hombre por esta enemistado con él. 

Más bien tomo la iniciativa para reconciliar al mundo consigo (2º Cor.5:18-19). La muerte de Cristo hizo posible que Dios hiciera por el hombre lo que no podría haber hecho de otra manera (Rom. 3:25-26).  

Estos pasajes nos están señalando que aunque la reconciliación por la muerte de Cristo es importante, la salvación por la vida lo es “mucho más importante”. 

La idea presentada es un Evangelio de esperanza para el pecador. Esto significa que sino hubiera sido por el sacrificio de Cristo, todos los hombres habían cosechado los resultados inevitable del pecado y de la rebelión a ser finalmente destruidos por la ira de Dios. 

Es el hombre el que tiene que reconciliase con Dios, no Dios con el hombre.  Dios es quien en su gran misericordia inicia la reconciliación. 

“Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo”. La idea de ser perdonados por el amor de Dios, presenta un evangelio esperanzador. 

El cristiano no necesita limitar su atención a las tragedias y fracasos de su vida. Jesús dijo: 

“Porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14:19; cf. Romanos 8:11; Gal.2:20). 

El don de la gracia ha “abundado” para todos aquellos que aceptan los méritos de Cristo.

La vida tiene para el cristiano “mucho más” de lo que comprendemos, si estamos dispuestos a dejar los malos hábitos y, aceptar los privilegios que Dios pone a nuestro alcance.

La gracia de Cristo es el camino del hombre, y esto hace que nos regocijemos en Cristo.   

MARANATA.

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