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LOS CIELOS SE ABRIERON EN PAR EN PAR.
Y luego, cuando subía del agua, vio los
cielos, y el Espíritu como paloma que descendía sobre él. Marc.
1:10.
Nuestros hechos y nuestro carácter deben estar
en armonía con el carácter de Jesús.
El pueblo judío no estaba
en armonía con la vida y su carácter de Mesías y ni tampoco con
la ley de Dios, por lo tanto no era su pueblo.
Todo los que se hacían
súbditos del reino de Cristo, decía él, debían dar evidencias de
fe y arrepentimiento. En su vida, debía de notarse la bondad, la
honradez y la felicidad. Debían de atender a los menesterosos, y
presentar sus ofrendas a Dios.
Debían de proteger a los indefensos y
dar un ejemplo de virtud y compasión. Es esto lo que demandaba Dios
al Pueblo de Israel. Israel estaba convencido de lo creía, pero no
estaba convertido.
Los hijos de Cristo de este siglo, así también
tienen que dar evidencias del poder transformador del Espíritu
Santo. En su vida diaria, se notará la justicia, la misericordia y
el amor de Dios.
De lo contrario, son como el tamo que se arroja al
fuego. Debe de haber una transformación dentro del pueblo de Dios.
Jesús no recibió el bautismo como confesión de culpabilidad
propia.
Se identificó con los pecadores, dando los pasos que debemos
dar, y haciendo la obra que debemos hacer. Su vida de sufrimiento y
paciencia tolerancia después de su bautismo, fué también un
ejemplo para nosotros. (DTG. 82,85).
A través de los siglos, El
Espíritu Santo a sido derramado sobre los los hijos de Dios. Cuando
comprendamos de una vez, que el Espíritu Santo sera derramado sobre
los grupos de oración que estén reunidos en las casa; entonces el
Señor derramara su poder sobre su pueblo.
El velo del templo se
rasgo de arriba a bajo, como señal de separación. El Espíritu
Santo fue derramado en el pentecostes, con poder.
“Creo firme mente
que el Espíritu Santo se esta derramando sobre los hijos de Dios.
“¡Casi el mundo a recibido la noticia de la salvación!” El
último evento esta por aparecer. “Cuando el Espíritu Santo trae a
Jesus a nuestras vidas, seremos separados del egoísmo y del pecado.
Esto puede causar división en las familias y en las amistades y
también en la iglesia.
La fidelidad a Dios tiene un precio.la vida
eterna. Hay una complacencia en los Laodicenses y un letargo
espiritual.
La luz que cayó por los portales abiertos sobre la
cabeza de nuestro Salvador, caerá sobre nosotros mientras oremos
para pedir ayuda con que resistir a la tentación.
La voz que habló
Jesús dice a todo creyente:
“Este es mi Hijo amado, en el cual
tengo contentamiento.” “Amados hermanos, ahora somos hijos de
Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser.
[Gracias por buestras oraciones, estoy bastante bien de los picores, aun que espero con la ayuda de Dios se me corija. No se vuestras creencias, pero se que Dios os escucha. Ruego a Dios que os de su bendición. Gracias por todo].
Maranata.
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http://segunda venida apocalipticaGracias
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