miércoles, 24 de enero de 2018

LOS CIELOS SE ABRIERON EN PAR EN PAR.


Y luego, cuando subía del agua, vio los cielos, y el Espíritu como paloma que descendía sobre él. Marc. 1:10.
Nuestros hechos y nuestro carácter deben estar en armonía con el carácter de Jesús. 

El pueblo judío no estaba en armonía con la vida y su carácter de Mesías y ni tampoco con la ley de Dios, por lo tanto no era su pueblo. 

Todo los que se hacían súbditos del reino de Cristo, decía él, debían dar evidencias de fe y arrepentimiento. En su vida, debía de notarse la bondad, la honradez y la felicidad. Debían de atender a los menesterosos, y presentar sus ofrendas a Dios. 

Debían de proteger a los indefensos y dar un ejemplo de virtud y compasión. Es esto lo que demandaba Dios al Pueblo de Israel. Israel estaba convencido de lo creía, pero no estaba convertido. 

Los hijos de Cristo de este siglo, así también tienen que dar evidencias del poder transformador del Espíritu Santo. En su vida diaria, se notará la justicia, la misericordia y el amor de Dios. 

De lo contrario, son como el tamo que se arroja al fuego. Debe de haber una transformación dentro del pueblo de Dios. 

Jesús no recibió el bautismo como confesión de culpabilidad propia. 

Se identificó con los pecadores, dando los pasos que debemos dar, y haciendo la obra que debemos hacer. Su vida de sufrimiento y paciencia tolerancia después de su bautismo, fué también un ejemplo para nosotros. (DTG. 82,85). 

A través de los siglos, El Espíritu Santo a sido derramado sobre los los hijos de Dios. Cuando comprendamos de una vez, que el Espíritu Santo sera derramado sobre los grupos de oración que estén reunidos en las casa; entonces el Señor derramara su poder sobre su pueblo. 

El velo del templo se rasgo de arriba a bajo, como señal de separación. El Espíritu Santo fue derramado en el pentecostes, con poder. 

“Creo firme mente que el Espíritu Santo se esta derramando sobre los hijos de Dios. 

“¡Casi el mundo a recibido la noticia de la salvación!” El último evento esta por aparecer. “Cuando el Espíritu Santo trae a Jesus a nuestras vidas, seremos separados del egoísmo y del pecado. 

Esto puede causar división en las familias y en las amistades y también en la iglesia. 

La fidelidad a Dios tiene un precio.la vida eterna. Hay una complacencia en los Laodicenses y un letargo espiritual. 

La luz que cayó por los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, caerá sobre nosotros mientras oremos para pedir ayuda con que resistir a la tentación. 

La voz que habló Jesús dice a todo creyente: 

“Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento.” “Amados hermanos, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser. 

[Gracias por buestras oraciones, estoy bastante bien de los picores, aun que espero con la ayuda de Dios se me corija. No se vuestras creencias, pero se que Dios os escucha. Ruego a Dios que os de su bendición. Gracias por todo].
Maranata.
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