Cantad a Jehová cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra lo ha salvado, y su santo brazo. Salm. 98:1
El sal 98 es una hermosa exhortación a todos los pueblos y a toda las fuerzas de la naturaleza a que alaben a Dios, el Soberano juez del universo.
Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios? (Job 38:7).
Las estrellas con su luces y su belleza claman que hay un Dios único. Los ángeles gritaron de alegría: en la creación de la tierra. En el Sal. 24, los ángeles dan la bienvenida a Cristo resucitado con cántico de alabanza.
Y el Sal. 100 se invita al hombre a alabar a Dios por su grandeza. Y termina con os catos de alabanza, en el Sal.148 y 150. Alabad a Jehová desde los cielos.
Alabad en las alturas. Alabadle, vosotros todos sus ángeles. Y termina los Salmos con una gran alabanza. Alabad a Dios en su santuario, y termina con la frase: Todos lo que respira alabe a Jah. Aleluya.
Con este “aleluya” final concluye la mayor colección de himnos sagrados jamás escrita.
Es el gran auditorio de los salmos, donde más de un corazón duro se ha estremecido al compás de muchos coros conmovedores, nos ponemos de pie con reverencia mientras la gran sinfonía llega a su culminación.
En aquel gran día todos veremos a nuestro Dios cara a cara, y cantaremos el cántico de Moisés y del Cordero. No tardando mucho.
En nuestro texto David insta a su pueblo a cantar a Jehová un cántico nuevo.
¡No con baterías y guitarras eléctricas, que mas que una alabanza es una discoteca!
La alabanza tiene que ser de gran solemnidad, respeto a nuestro Creador. Tiene que ser un himno de alabanza que trasmita el deseo de estar con nuestro Dios.
Un himno que glorifique y honre a Dios y su majestuoso poder; por las grandes victorias que el Altísimo había ganado para su pueblo.
Un himno de alabanza las victorias obtenidas en este gran conflicto los hijos de Dios. Actualmente nuestros corazones deben estar henchidos de cánticos.
Por medio de su Espíritu Santo nos ha dado la Victoria sobre el pecado.
Nos ha dado una vislumbre de su reino venidero y la promesa de que su Hijo volverá pronto para llevarnos a la Canaan Celestial. Allí cantaremos un Himno de alabanza y de agradecimiento a nuestros Dios. El Catico de Moisés y del Cordero. Amen.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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