miércoles, 24 de febrero de 2016

EL ESPÍRITU SANTO ENSEÑA.


Volveos a mi represión; he aquí yo derramare mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras. Prov.1:23.
Si el necio, y el escarnecedor y tan bien el tonto cambian y prestan oídos, la sabiduría los instruirá y les infundirán el espíritu del conocimiento esencial para su vida. 

Al mismo tiempo, el Espíritu de Dios les hará percibir claramente palabras de persuasión y los traerá al arrepentimiento. La media del Espíritu Santo se determina por la capacidad de quien lo acepta y no por el Dios que lo da” (ver. CS. P. 530-531, SDA Bible Comentary, T. 950). 

De la misma forma en que la Palabra de Dios pone énfasis en los muchos dones del Espíritu Santo, podemos ver en los escritos de Sra. White cómo esos dones pueden edificarnos espiritualmente. Uno de los más grandes dones es la Sabiduría. 

A través de su palabra, Dios ha reprobado a todos aquellos que son desobedientes a sus enseñanzas. 

Por medio de su Espíritu, hace posible que la sabiduría nos ayude a saber y entender las enseñanzas divinas. 

Dios se complace en dar sabiduría a los hombre que están deseosos de aprender ha cerca de él. 

Micho Kaku astrónomo de prestigio, descubrió que el universo fu hecho por alguien muy superior a unas ideas contrarias a su formación (Evolución)  David dijo: “dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Sal.53:1). ¿Somos demasiado simples como para creer en el poder de Dios? 

¿Desdeñemos los esfuerzos de nuestro jóvenes o de nuestros semejantes, por vivir vidas buenas, limpias y puras? ¿Somos necios como para creer que podemos lograr nuestra salvación? ¡Cuán desesperanzados y desvalidos podemos llegar a ser! 

Y sin embargo, no necesitamos seguir siendo simples, escarnecedores o tontos. 

 Dios nos ha prometido derramar su Espíritu en nosotros. 

Abramos nuestros corazones y mentes y serán llenados del poder de Dios. 

¿Cuantos de nosotros deseamos conocer la Palabra de Dios y su sendas? ¿Cuántos deseamos ser contados entre los hijos de Dios? Y muchos no lo lograran por su tibieza. 

“Los hijos de Dios no son aquellos cuyos corazones conmueve el Espíritu, ni los que de vez en cuando se entregan a su poder, sino los que son guiados por el Espíritu” (eL DMJ. p. 121). 

Isa. 32:9-20, muestra la desolación que sobrevino a aquellos que rechazaron a Dios. 

Esa desolación será “hasta que sobre nosotros sean derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo f´rtil, y el campo fértil sea estimado por bosque” (Isa. 32:15). ¡Ahora no hay tiempo para el desconsuelo! Por medio de su Espíritu, su sabiduría nos hará campos fecundos, hijos de Dios.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.
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Ruego a los internautas cristianos que oren por mi amada esposa, esta enferma. Gracias a todos.

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