viernes, 1 de agosto de 2014

VENZAMOS A SATANÁS Y AL MUNDO.

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria de que ha vencido al mundo, nuestra fe. 1º Juan. 5:4.

Quisiera que consideremos dos puntos importantes que encontramos en la primera parte de nuestro versículo. En realidad, equivalen a los dos lados de una moneda. (Foto. Ada se entrego a Cristo).

 Examinemos una gran verdad cristiana desde el punto de vista negativo, y después, lo veremos bajo la perspectiva de un punto de vista positivo.

Veremos y descubriremos el gran secreto que posee el cristiano para lograr la victoria.
En primer lugar, el hombre o mujer que no ha nacido de nuevo no puede ni quiere vencer al mundo, y esto conlleva todos lo vicios de la humanidad que hay en ellos.

Esta es la forma más breve y sencilla de contestar esta pregunta: ¿Por qué hay tanto crimen, tanto vicio, tanta calamidad en el mundo? ¿Por qué hay tanto divorcios en la iglesia? ¿Por qué los esposos no se pueden llevar bien con su esposa o viceversa? La respuesta es bien sencilla y fundamental, no han nacido de nuevo, no han muerto al yo.

(Foto. Cristo bajo a la tumba de las aguas, Ada siguió a su Maestro).

El segundo punto, el positivo, es la persona que a nacido de nuevo y quiere vencer al mundo. Es la persona que desea vivamente hacer la voluntad de Dios. Remplacemos la frase “el mundo” por la voluntad de la persona.

El nuevo nacimiento transforma a la persona, y que somete su voluntad a la voluntad de Jesús. En realidad el mundo no cambia, la que cambia es la persona, y por ende nuestra relación con Cristo.

Vencemos al mundo porque hemos cambiado, no porque éste haya cambiado. El conflicto para la liberación del pecado tiene como centro la voluntad. Pero vale la pena participar en él.

Ninguna batalla librada entre ejércitos terrenales se puede comparar con el conflicto que se libra en el alma de una persona que trata de rendirse, no a un enemigo, (en este caso a Satanás o Iblis), sino al mejor amigo del hombre, es a saber, a Jesucristo.

Debemos de destacar el hecho de que la batalla espiritual no se gana combatiendo, sino sometiéndose a Jesucristo. Esta victoria se logra por fe. Pablo se aproximó a Damasco al frente de un pequeño grupo de zelotes y soldados romanos.  (Foto. Cristo fue lleno del Espíritu Santo cuando salio del agua, Ada resucita a una nueva vida en Cristo).

Pero de repente una luz enceguecedora y una voz que procedía del Cielo. En medio del polvo Pablo se rindió con estas palabras
Señor, ¿que quieres que haga? 

 ¡Qué cambio se produjo!
¿Cual es el secreto de esa transformación? Fe genuina, Vio a Jesús, y al verlo, creyó, y al creer, nació de Dios. Al ser vencido por Jesucristo, Pablo se convirtió en vencedor.
Maranata
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La Biblia a través del tiempo
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