Porque todo lo que
es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria de que ha
vencido al mundo, nuestra fe. 1º Juan. 5:4.
Quisiera que
consideremos dos puntos importantes que encontramos en la primera
parte de nuestro versículo. En realidad, equivalen a los dos lados
de una moneda. (Foto. Ada se entrego a Cristo).
Examinemos una gran verdad cristiana desde el punto de vista negativo, y después, lo veremos bajo la perspectiva de un punto de vista positivo.
Examinemos una gran verdad cristiana desde el punto de vista negativo, y después, lo veremos bajo la perspectiva de un punto de vista positivo.
Veremos y
descubriremos el gran secreto que posee el cristiano para lograr la
victoria.
En primer lugar, el
hombre o mujer que no ha nacido de nuevo no puede ni quiere vencer al
mundo, y esto conlleva todos lo vicios de la humanidad que hay en
ellos.
Esta es la forma más
breve y sencilla de contestar esta pregunta: ¿Por qué hay tanto
crimen, tanto vicio, tanta calamidad en el mundo? ¿Por qué hay
tanto divorcios en la iglesia? ¿Por qué los esposos no se pueden
llevar bien con su esposa o viceversa? La respuesta es bien sencilla
y fundamental, no han nacido de nuevo, no han muerto al yo.
(Foto. Cristo bajo a la tumba de las aguas, Ada siguió a su Maestro).
El segundo punto, el positivo, es la persona que a nacido de nuevo y quiere vencer al mundo. Es la persona que desea vivamente hacer la voluntad de Dios. Remplacemos la frase “el mundo” por la voluntad de la persona.
El segundo punto, el positivo, es la persona que a nacido de nuevo y quiere vencer al mundo. Es la persona que desea vivamente hacer la voluntad de Dios. Remplacemos la frase “el mundo” por la voluntad de la persona.
El nuevo nacimiento
transforma a la persona, y que somete su voluntad a la voluntad de
Jesús. En realidad el mundo no cambia, la que cambia es la persona,
y por ende nuestra relación con Cristo.
Vencemos al mundo
porque hemos cambiado, no porque éste haya cambiado. El conflicto
para la liberación del pecado tiene como centro la voluntad. Pero
vale la pena participar en él.
Ninguna batalla
librada entre ejércitos terrenales se puede comparar con el
conflicto que se libra en el alma de una persona que trata de
rendirse, no a un enemigo, (en este caso a Satanás o Iblis), sino al
mejor amigo del hombre, es a saber, a Jesucristo.
Debemos de destacar
el hecho de que la batalla espiritual no se gana combatiendo, sino
sometiéndose a Jesucristo. Esta victoria se logra por fe. Pablo se
aproximó a Damasco al frente de un pequeño grupo de zelotes y
soldados romanos. (Foto. Cristo fue lleno del Espíritu Santo cuando salio del agua, Ada resucita a una nueva vida en Cristo).
Pero de repente una
luz enceguecedora y una voz que procedía del Cielo. En medio del
polvo Pablo se rindió con estas palabras
“Señor, ¿que
quieres que haga?
¡Qué cambio se produjo!
¿Cual es el secreto
de esa transformación? Fe genuina, Vio a Jesús, y al verlo, creyó,
y al creer, nació de Dios. Al ser vencido por Jesucristo, Pablo se
convirtió en vencedor.
Maranata
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lecciones-biblicas.blogspot.com
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La
Biblia a través del tiempo
http://segunda
venida apocalíptica
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