miércoles, 27 de agosto de 2014

LA REGENERACIÓN ES UNA NUEVA CREACIÓN.


Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para nuevas obras,las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. Efesios 2:10.

En Gr. póiema “cosa hecha”, “hechura”, “obra”.La palabra “poema” deriva de póiema. El termino se refiere a la nueva creación espiritual que Dios efectúa en el hombre. Dios nos vuelve a formar para que caminemos en “buenas obras”. Esta es la definición.

Dios crea en el hombre el Espíritu de arrepentimiento que es un don del Cielo así como lo es el de la vida eterna. Nadie puede sentirse verdaderamente afligido por haber pecado a menos que el Señor, mediante un acto de amor, le dé un Espíritu de contrición por la falta cometida.

La confesión también es un don de Dios. No podemos confesar un pecado a Dios o al prójimo si se ha producido una transformación en nuestra vida. El hombre que confiesa sinceramente sus faltas es el que ha pasado por la experiencia del nuevo nacimiento.

En cada pasa que damos hacia la vida eterna debemos reconocer la intervención divina. Conozco a mucha gente que por la gracia de Dios logró dejar de fumar, beber, de robar, y otras cosas que por pudor no se pueden mencionar desestimo la ayuda divina. (Abandonar una acción que se había empezado o un plan o proyecto que se tenía: desistió ) “oh, no me costó nada abandonar ese vicio.
Me lo propuse y lo conseguir”, les oí decir más de una vez. En cierta medida el hombre puede vivir victoriosamente por su propio esfuerzo, pero si se atribuye esas victorias a sí mismo y no al poder de Dios, un día oirá las palabras de sentencia: “Apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mat. 7:23).

La regeneración, la conversión, el nuevo nacimiento es un obra creadora de Dios. Pero debe haber una predisposición del cristiano, sin ello es imposible agradar a Dios y obtener la victoria. Pablo dijo: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2º Cor. 5:17).

Y David rogó en la oración más expresiva del arrepentimiento, que jamás el hombre pudo expresar a menos que el Espíritu de Dios este en el: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Sal. 51:10).

La verdad de la salvación por la fe se puede comprender y vivir fácilmente, cuando nos entregamos en manos de nuestro Salvador. Es en esencia el mensaje del tercer ángel y esto significa vivir mediante el poder de Cristo. “Vivo”, dijo Pablo, pero no yo, “más vive Cristo en mi” ¡Amen! (Gal. 2:20).

Vivo”, aseguró Juan, pues “n él estaba la vida” (Jn. 1:4).

Vivo”, dijo Pedro, pero ya no “conforme a las concupiscencias de los hombre, sino conforme a la voluntad de Dios” (1º Ped. 4:2).

Vivimos”, clama un coro de voces victoriosas desde Adán hasta nuestros días. Son las de los que viven la vida verdaderamente como lo manda Dios. El vivir por la fe: 
La salvación por la fe, es el mensaje de la Iglesia Adventista para el mundo. Un mundo que se esta convirtiendo como Sodoma y Gomorra.

¡Qué contraste con el poder de la bestia que solo ofrece a la gente la copa mortífera de la salvación por las obras! ¿No te sientes gozoso y agradecido por el poder recreador de Dios?

Promesa: “Piense en Cristo. Contémplelo con fe, y crea en sus promesas. No pierda la confianza. El será su apoyo. Reclínese sobre él y dependa de él. . . Confíe en Aquel cuyo brazo nunca le fallará. (2º MS. 302, 303).

Maranata
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La Biblia a través del tiempo
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