
Los diarios están llenos de alusiones referente a algún formidable conflicto que debe estallar dentro de poco. (En la ultima década los terremotos, los tornados y las crecidas de los ríos, hacen temer lo peor). Son siempre más frecuentes los audaces atentados del terrorismo contra la propiedad. Las huelgas se han vuelto asunto común. Los robos y los homicidios se multiplican.
Hombres dominados por un espíritu de demonios quitan la vida a los hombres, mujeres y niños. El vicio seduce a los seres humanos y prevalece el mal en toda sus formas. El mundo todo es agitación. Las señales de los tiempos son alarmantes. Los acontecimientos venideros proyectan ya sus sombras delante de sí.
El Espíritu de Dios se está retirando de la tierra, y una calamidad sigue a otra por tierra y mar. Hay tempestades, terremotos, incendios, inundaciones homicidios de toda magnitud. ¿Quien puede leer el futuro? ¿Donde hay seguridad? No hay seguridad en nada que sea humano o terrenal. Rápidamente los hombres se están colocando bajo la bandera que han escogido. . .
La crisis se está acercando gradual y furtivamente a nosotros. (La crisis que la humanidad esta par


Los negociantes siguen comprando y vendiendo. Los hombres siguen luchando unos con otros, contendiendo por el lugar más elevado. Los amadores de placeres siguen atestando los teatros, los hipódromos, los garitos de juegos; y los jóvenes compran ve vidas y se juntan para hacer lo que ellos llaman el botellon.
Prevalece la más intensas e

Solamente llega hasta nosotros, a través de los siglos, las palabras amonestadoras de nuestro Señor desde el Monte de las Olivas: "Mirar también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de lo afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día" (Lucas 21: 34). (D.T.G. 590-591).
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