Vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí Gálatas 2:20
Los cristianos deberíamos hacernos unas pregunta: Según Gálatas, Pablo había aceptado la expiación proporcionada por la muerte de Cristo según Rom.6:3-11; Fil. 3:810.
Y Pablo se consideraba a sí mismo como muerto al pecado, al mundo y a los métodos ideados por los hombres para lograr la justificación, como si él hubiera sido realmente crucificado.
Ya no sentía la atracción del mundo en su corazón; en su corazón no había respuesta para ello. ¿Por qué nosotros los hijos de Dios, no sentimos lo mismo que Pablo?
¿Somos mejores que Pablo? ¿Somos diferentes a Pablo? Sí Pablo no sentía atracción por las cosas del mundo ¿Porque nosotros si? ¿No es el mismo Dios de Pablo que el nuestro?
¿Donde radica la diferencia entre Pablo y nosotros? Estas preguntas la tenemos que contestar en nuestra cámara privada con Dios. Pablo nos dice: “Ya no vivo yo”.
Pablo había muerto a muchas cosas del mundo, pero se sentía vivo para algunas otras. La clave estaba en su conversión, y por ende en su actividad para trabajar para Cristo.
No era perfecto, pero junto a Cristo era perfecto, como lo fue Abraham, Jacob etc. Pablo reconocía que tenía una misión, y quería ver a Cristo cuanto antes, es por eso su entrega a la obra de Dios. La gran pregunta para nosotros: ¿Deseamos ver a Cristo?
Oh ¿Queremos a retrasar su venida para disfrutar de la vida? ¿Nuestro corazón está convertido como el de Pablo?
Debemos reflexionar individualmente, porque no hay peor cosa que seamos unos hipócritas ante nuestro Dios. Cada uno tiene una misión que cumplir, sea esta pequeña o grande.
Dios nos ha dado una misión a cada hijo de él. ¿Queremos acelerar la venida de nuestro Dios?Hagamos como Pablo, de pueblo en pueblo, en ciudad en ciudad, de casa en casa, esto es lo que haría Pablo.
Creo que la vida de un cristiano no es la inactividad.
Cristo nos habló de esa nueva vida como una vida más abundante (Juan 10:10). Jesús es la fuente de la vida, por lo tanto, no se puede apreciar la vida verdaderamente sin tenerlo en cuenta a él.
Cristo debe vivir en mi, y yo me pongo en primer lugar. El éxito de una vida cristiana: es que Cristo viva en nosotros para vivir una vida perfecta.
El amor de Cristo nos constriñe (2 Cor. 5:14 y la justicia de Cristo llega a ser una realidad en nuestras vidas. (Rom. 8:3-4).
MARANATA.
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