Se ha dicho y se ha escrito mucho acerca de la importancia de la simpatía.
La empatía es la capacidad de sentir lo que otra persona siente, es identificarse con la persona que sufre por diferentes causas.
Es la manifestación de sentir interés en todas las circunstancias, ya sea buenas o malas, es una prueba segura de que el amor es genuino. De las dos formas de simpatía mencionadas en esta verso, la primera quizá sea la más difícil.
Parece más fácil y más natural simpatizar con los afligidos; pero en mi opinión se necesita un alma noble para regocijarse con el éxito y los gozos de otros.
Esto constituye un aspecto básico del amor. Ejemplo. Si un amigo recibe una fortuna, y es promovido a un cargo que nos habría gustado tener,
o bien si alcanza la fama a causa de su habilidad o experiencia personal, ¿nos alegramos juntamente con él?
Podemos felicitarlo y expresar una alegría ficticia debido a su éxito, ¿pero cómo nos sentimos dentro de nuestro corazón?
¿Nos podemos preguntar porque no fui yo el agraciado y no él? Vuelvo a preguntar: ¿Somos en realidad cristianos sinceros?
Oh, ¡nos cuesta admitir nuestra incapacidad y por eso no somos suficiente magnánimos como para admitir nuestra condición! Los adversario de estas virtudes son la envidia que siente por la fortuna ajena y se complace por las desgracias de otros.
Tales manifestaciones de egoísmo son las tendencias naturales del corazón no regenerado. En Cor. 12:26-27 Pablo compara la simpatía que debe existir entre los miembros de la iglesia cristiana con la que siente una parte del cuerpo por otra.
Cristo lloró con simpatía ante la tumba de Lazaro (Juan 11:35;DTG490).El se regocija aun en la salvación del más indigno pecador (ver. Luc. 15:5-7, 10, 23-24, 32; judas 24).
Mi pregunta es: ¿Hemos aprendido a llorar con los que lloran? Seríamos de más ayuda si nuestro nivel de empatía nos indujera a llorar sinceramente con la persona que sufre.
Es probablemente que nos resulte más fácil “llorar con los que lloran” antes de “gozarnos con los que se gozan”.
Extendemos una mano al necesitado, y al hacerlo nos sentimos buenos por dentro. Pero ¡cuán sensible nos tornamos cuando otros nos sobrepasan en algo!
Las personas envueltas en su egoísmo nunca podrá conseguir la verdadera empatía. Solo Dios puede cambiar nuestro corazón de piedra, por uno de carne. Debemos ser sensible a las necesidades de los demás.
MARANATA.
http://meditacionesmatinales.blogspot.com
http://lecciones-biblicas.blogspot.com
http://judaislacris.blogspot.com
http://historiaybiblia.blogspot.com
http://segunda venida apocalíptica
http://viajes a través del tiempo y del espacio
NOTIFICACION A LOS LECTORES.
Notificación: Estimados lectores de este blog. Oren mi salud y por este proyecto Sal. 62: 7 (a través de https:// se puede ver estos blog)Dentro de un mes me tienen que intervenir, y estaré convaleciente un mes. Durante ese tiempo no podré poner las matutinas. Oren por mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario