sábado, 27 de julio de 2019

EL DIOS PODEROSO.


Pensando que aun de los muertos es Dios poderoso para levantar, de donde también le volvió a recibir por figura. Heb 11:19.
Una de las mayores evidencias representativas del sacrificio de Jesús, la tenemos en la fe de Abraham. 

Que en su caminar hacia el monte Moriah, demostró que el poder de Dios era tan grande que podía resucitar a Isaac y esto le dio valor para ponerse en marcha. 

Sólo así el anciano podía reconciliar la promesa de Dios de qué Isaac sería su heredero con la orden de Dios de quitarle la vida. 

La fe es la gran fuerza motivadora de la vida; aun los agnósticos han tenido que inclinarse ante esta humilde verdad. La fe es tan poderosa que podría remover montañas; no obstante su fuerza no puede pesarse en la balanza. 

La fe es un asunto que va más haya de lo profundo del universo, pero todos aquellos que la experimentaron no podría darnos sus exactas dimensiones. 

Es esta clase de fe la que necesitamos el cristiano. Cristo nos dejo una pregunta: 

¿Hallara Dios fe en la tierra cuando venga? Vivimos en un mundo ateo, y una gran mayoría de cristianos, creen que cuando mueren van al cielo. Con esta clase de fe, no se va a ningún sitio, esto no es fe. 

Cuando vacilamos y dudamos de las grandes promesas de Dios comenzamos a albergar pensamientos escépticos, entonces es cuando la fe tiende un puente hacia las tierras movedizas de la duda. 

La fe tiene que ir más aya de las tierras movediza y a través del puente de la cruz la fe se transforma en fe vigorosa. Tal fue la fe de Abraham. No se detuvo ante ninguna dificultad ni se alteró ni dejo menoscabar por ninguna apariencia humana.

Tener fe en la integridad de una persona que hace una promesa y ordena algo que parece anular esa promesa, es el grado máximo de la perfección de la fe. Y es por la fe que los hijos de Dios verán la tierra prometida, ya que sin fe es imposible ver a Dios.

Una fe tan profundamente arraigada constituye el modelo de la conformidad cristiana para con la dirección y voluntad divina. Debemos obedecer a Dios cuando requiere sacrificios tanto como cuando su mandato es placentero. 

La fe de Abraham no fue el sumo de la perfección. 


No implicó más de lo que usted y yo podemos lograr si creemos de todo corazón que Dios puede: 
puede transformar en bien una aparente tragedia y elevarnos de nuestras situaciones de tristeza a un plano superior de piedad y revelación.

La “fe”, la “esperanza”, “la confianza” en las promesas de Dios a su pueblo, es el producto de una actitud de fe. La fe genuina siempre descansa sobre la firme “sustancia” subyacente de una suficiente evidencias que garantiza la confianza en lo que todavía no ha visto. Esa es la fe. 
MARANATA.
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Notificación: Estimados lectores de este blog. Oren por mi salud y por este proyecto . Sal. 62: 7

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