Pensando que aun de los muertos
es Dios poderoso para levantar, de donde también le volvió a
recibir por figura. Heb 11:19.
Una de las mayores evidencias
representativas del sacrificio de Jesús, la tenemos en la fe de
Abraham.
Que en su caminar hacia el monte Moriah, demostró que el
poder de Dios era tan grande que podía resucitar a Isaac y esto le
dio valor para ponerse en marcha.
Sólo así el anciano podía
reconciliar la promesa de Dios de qué Isaac sería su heredero con la
orden de Dios de quitarle la vida.
La fe es la gran fuerza motivadora
de la vida; aun los agnósticos han tenido que inclinarse ante esta
humilde verdad. La fe es tan poderosa que podría remover montañas;
no obstante su fuerza no puede pesarse en la balanza.
La fe es un
asunto que va más haya de lo profundo del universo, pero todos
aquellos que la experimentaron no podría darnos sus exactas
dimensiones.
Es esta clase de fe la que necesitamos el cristiano. Cristo nos dejo una pregunta:
Es esta clase de fe la que necesitamos el cristiano. Cristo nos dejo una pregunta:
¿Hallara Dios fe en la tierra cuando
venga? Vivimos en un mundo ateo, y una gran mayoría de cristianos,
creen que cuando mueren van al cielo. Con esta clase de fe, no se va
a ningún sitio, esto no es fe.
Cuando vacilamos y dudamos de las
grandes promesas de Dios comenzamos a albergar pensamientos
escépticos, entonces es cuando la fe tiende un puente hacia las
tierras movedizas de la duda.
La fe tiene que ir más aya de las
tierras movediza y a través del puente de la cruz la fe se
transforma en fe vigorosa. Tal fue la fe de Abraham. No se detuvo
ante ninguna dificultad ni se alteró ni dejo menoscabar por ninguna
apariencia humana.
Tener fe en la integridad de una persona que hace
una promesa y ordena algo que parece anular esa promesa, es el grado
máximo de la perfección de la fe. Y es por la fe que los hijos de
Dios verán la tierra prometida, ya que sin fe es imposible ver a
Dios.
Una fe tan profundamente arraigada constituye el modelo de la
conformidad cristiana para con la dirección y voluntad divina.
Debemos obedecer a Dios cuando requiere sacrificios tanto como cuando
su mandato es placentero.
La fe de Abraham no fue el sumo de la
perfección.
No implicó más de lo que usted y yo podemos lograr si creemos de todo corazón que Dios puede:
puede transformar en bien una aparente tragedia y elevarnos de nuestras situaciones de tristeza a un plano superior de piedad y revelación.
No implicó más de lo que usted y yo podemos lograr si creemos de todo corazón que Dios puede:
puede transformar en bien una aparente tragedia y elevarnos de nuestras situaciones de tristeza a un plano superior de piedad y revelación.
La “fe”, la
“esperanza”, “la confianza” en las promesas de Dios a su
pueblo, es el producto de una actitud de fe. La fe genuina siempre
descansa sobre la firme “sustancia” subyacente de una suficiente
evidencias que garantiza la confianza en lo que todavía no ha visto.
Esa es la fe.
MARANATA.
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