“Y tú, Capernaún que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodomas se hubiera hecho los milagros que han sido hechos en ti, había permanecido hasta el día de hoy” (Mateo 11:23).
Desde Abrahán y a toda su simiente les fueron dadas las promesa de la vida eterna. De alguna manera, todos los hijos de Dios somos extranjeros en nuestra propia tierra.
La simiente de Abrahán fue extranjera y peregrina en tierras entrañas. Pero la promesa de Dios de darle una tierra era real.
Capernaún era el centro religioso y una ruta para ir a Damasco, al este estaba Tiro y Sidón hacia el norte, y Jerusalén estaba al sur, y el Mediterráneo al Oeste, este centro era importante ya que era el puesto aduanero.
Era el punto principal de los Judíos (cf. cap.11:23). Era un centro ideal desde el cual las noticias de la enseñanza y de los milagros de Jesús podrían esparcirse rápidamente a todas partes de Galilea, y aún más lejos.
Esto ocurre con Usted, viva en un pueblecito o en una gran ciudad. El Evangelio puede llegar más allá de tus fronteras, y Cristo se honrado, por medio de tu testimonio.
En cualquier lugar donde nos encontremos, seremos una influencia hacia los demás, y Cristo será honrado.
El texto nos da un toque de atención. Sodoma y Gomorra era como el huerto del Edén.
El Señor había prodigado toda su bendición sobre la tierra. Era una tierra bella, fértil, pero no condujo a sus moradores adorar a Dios.
Fue una tristeza para Dios, en mandar fuego y Azufre del cielo. La misericordia de Dios había llegado a su fin. Hay una lección en la destrucción de estas dos ciudades.
Una para los que vivieron en ese tiempo. La segunda para los que vivan en el último tiempo de la historia de esta raza.
La culpabilidad se midió conforme a su conocimiento de Dios, La segunda llega hasta nuestro tiempo y se cita (Mat. 11 20-24).Lo cierto que su castigo se midió según la proporción de luz que recibieron. Y aquí está nuestra lección que todo hijo de Dios debería de aprender.
Contra más luz recibamos, mayor será nuestra recompensa oh nuestro castigo. ¿Seremos como los de Sodoma? ¿Seremos como Abraham?
Esta es nuestra decisión antes que Cristo venga. Podemos sentir que hemos acertado la verdad, que la comprendemos, y que se detiene en tu corazón.
¿Cómo responderás a Dios? Somos la luz del mundo, y debemos alumbrar a los que están cerca de nosotros, luego a los del pueblo, y por último a los de la gran ciudad.
Debemos reflexionar sobre esto. Todos tenemos un don, usémoslo para glorificar a Dios.
MARANATA
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