Y yo rogare al Padre, y os dará
otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir , porque no lo
ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con
vosotros, y estará en vosotros. Juan 14: 16,17.
El pueblo de Dios parece incapaz
de comprender esta gran promesa. Parece pensar que sobre el alma
sedienta han de caer únicamente los más exiguos aguaceros de la
gracia. . .
No han sentido la necesidad de alcanzar los excelsos
privilegios previstos a un costo infinito. . . No es por alguna
restricción de parte de Dios por que las riquezas de su gracia no
fluyen hacia los hombres. . .
Si todos estuviéramos dispuestos a
recibir el Espíritu, todos seríamos henchido de la santa fragancia
del Espíritu.
El pueblo de Dios se conforma con pequeñas bendiciones, esto nos incapacita para la recepción en gran medida del Espíritu en su ilimitada plenitud.
El pueblo de Dios se conforma con pequeñas bendiciones, esto nos incapacita para la recepción en gran medida del Espíritu en su ilimitada plenitud.
Creemos por el solo hecho de
pertenecer al pueblo de Dios, de que obtendremos en su plenitud la
promesa del Espíritu Santo, ¡que equivocados estamos!
Nos satisfacemos demasiado fácilmente con una onda de la superficie, cuando es nuestro privilegio esperar la conmoción profunda del Espíritu de Dios.
Nos satisfacemos demasiado fácilmente con una onda de la superficie, cuando es nuestro privilegio esperar la conmoción profunda del Espíritu de Dios.
Esperando poco, recibiremos poco. Necesitamos orar
más, humillarnos más, y dejar nuestras indiferencias. Todos
debieran comprender la necesidad de la obra del Espíritu Santo.
A
menos que este Espíritu sea aceptado y albergado como el
representante de Cristo, cuya obra consiste en renovar y santificar
el ser entero,
las verdades transcendentales que les han sido confiadas a los seres humanos perderán su poder sobre la mente.
las verdades transcendentales que les han sido confiadas a los seres humanos perderán su poder sobre la mente.
No
es suficiente tener un conocimiento de la verdad. Eso no salva. Hemos
de caminar y obrar en amor, conformando nuestra voluntad a la
voluntad de Dios.
De los que hacen esto el Señor dice:”Pondré mis
leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré”
(Heb. 8:10). . . Así se renueva la relación divina entre el hombres
y Dios. “Y seré a ellos por Dios”. Dice “y ellos me serán a
mí por pueblo” (RH 10-6-1902). El nuevo correo para que mandéis vuestras experiencias de vuestra conversión a Cristo es:
lospilaresdeluniverso@gemail.com
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Maranata.
http://meditacionesmatinales.blogdpot.com
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