viernes, 7 de octubre de 2016

SIN LEY.


Mas el fruto del Espíritu es amor, goza, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra teles cosas no hay ley. Gál. 5:22-23.
Abraham Lincoln afirmó que estaban leyendo con provecho la Biblia. “Aceptad todo lo que contiene este Libro por la razón, y el resto por fe, y vivirás y morirás mejor”. 
Entendemos que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2º Pedro 1:21). 
Como el Espíritu guio a los hombres que escribieron la Biblia, ciertamente lo que ellos escribieron debe ser de beneficio para la humanidad. 
Eso es lo que quería decir Lincoln. ¿Qué nos ofrece el Espíritu? Frutos maravillosos que nos ayudan a ser personas mejores. 
Nótese el fruto descrito en nuestro texto: la palabra fruto está en singular, lo cual equivale a decir “que un fruto incluye todas las virtudes cristianas enumeradas en los ver. 22, 23” (SDA t. 6. p.981). 
Pensemos en cada virtud mencionada es parte vital del fruto entero. ¿Podemos imaginarnos que el amor sea impaciente? ¿Podría la benignidad ser grosera? ¿Sera completa el fruto de la experiencia cristiana si fuéramos intemperantes en alguna cosa? 

La temperancia no se refiere sólo a la abstinencia del alcohol y el tabaco. Hay otras mas ocultas que son verdaderamente dañinas. 
Es decir: no se refiere a todo lo que entre en el cuerpo que pueda dañar nuestra salud, lo que no se ve y lo hacemos es tan dañino al cuerpo y la salud que uno no se lo puede imaginar. 

Sabemos que somos que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Tenemos las virtudes enumeradas por Pablo y consideremos una por una. 

Si hubiera una sola virtud, no sería difícil obtenerla. ¡El amor! He visto a gente pagana demostrar mucho más amor mutuo del que he visto en la iglesia que profesa el nombre de Dios. ¡Gozo! ¿Qué mayor gozo puede experimentar el hombre que el de compartir el AMOR de Jesús con otros? 

¡Paz! ¿Puede haber mayor paz en el corazón del hombre que reclina la cabeza sobre la almohada por la noche sabiendo que ha hecho todo lo que estaba en su poder ese día, y gracias al Espíritu de Dios, para testificar por Cristo? 

¿No es una bendición del cielo que el fruto del Espíritu sea nuestro hoy? No hay ninguna ley que nos prohíba ordenar nuestra vida de tal manera que todos puedan ver el fruto del Espíritu Santo en nosotros y en la obra que hagamos.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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